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Los Castro en la ciberguerra


¿Qué peligros entraña la ciberguerra para la Isla de los Castro si ni tan siquiera dispone de una normalizada red de Internet? ¿Cuál es entonces el interés de Cuba por la ciberguerra: un interés defensivo u ofensivo?

Desde hace unos años los medios del gobierno cubano están haciendo referencias a la ciberguerra. La versión que se esfuerzan en facilitar al pueblo cubano es sobre un conjunto de estrategias de nuevas tecnologías que Estados Unidos, gracias a presupuestos millonarios, estaría desarrollando "contra Venezuela, Cuba, Irán, Rusia, China y Siria", citando una edición de Granma de diciembre del 2009.

El invento y sus malas intenciones serían entonces, según ellos, de factura "imperialista". Este último año, el régimen ha insistido en esta cuestión hasta acabar por meter en ese saco a los blogueros y periodistas independientes, tal y como quedó reflejado en la serie Las Razones de Cuba, de la televisión cubana. La versión que de la ciberguerra está dando el castrismo pretende cohesionar a un pueblo cubano confuso en torno a sus dirigentes mediante una información parcial, distorsionada y claramente partidista, que no toma la cuestión como un problema de seguridad para la ciudadanía, sino más bien como un motivo de preocupación para la élite gobernante que ve amenazado su poder absoluto.

Los medios del castrismo sólo cuentan las operaciones de ciberguerra de Estados Unidos, pero se olvidan de mostrar las de algunos aliados suyos, como son los chinos o los rusos. Practican la amnesia en cuanto al origen de este tipo de conflicto, que algunas fuentes sitúan en los servicios de la KGB soviética, agencia de inteligencia con la que la Cuba castrista ha tenido muy estrechas y provechosas relaciones a lo largo de su historia.

Recientemente el canal televisivo franco-alemán Arte ha arrojado nueva luz sobre el delicado tema de la ciberguerra, con un documental que nos ofrece un plano general sobre el estado de la cuestión. En esta producción se ha hecho una revisión general del concepto de ciberguerra, presentando un recorrido histórico por algunos de los principales ejemplos de ciberataques de los últimos tiempos y se ha expuesto la visión de expertos sobre los retos de este nuevo escenario al que ya se refieren como la "Ciberguerra Fría".

Algunos países, como Estonia o Irán, han recibido los primeros ciberataques y una de las novedades de este nuevo conflicto es que no está tan claro que se pueda establecer la fuente el origen del atacante. Es en este sentido que los Estados Unidos, un país con gran dependencia de las nuevas tecnologías para su funcionamiento regular, está tomando medidas defensivas, por lo que la manía castrista de endosar intenciones ofensivas contra ellos pierde bastante peso. Además, Cuba no necesita de ningún ciberataque para paralizar el país, no parece que la principal fuente de ingresos del castrismo dependa de actividades económicas muy vinculadas a las nuevas tecnologías. En este caso, el aislamiento les beneficia.

El que ha sido considerado el primer ciberataque de la historia reciente sucedió en 2007 en Estonia y fue lanzado desde Rusia. Ya en 2004 Estonia entró en la OTAN, en mayo del 2007 se decidió retirar la estatua en homenaje al Ejército Rojo lo que fue recibido por Rusia como una gran provocación. Y fue a raíz de este hecho que se preparó y desencadenó un ataque informático a gran escala que afectó gravemente al país que, tras la desintegración de la URSS, lo apostó todo por las nuevas tecnologías, poniéndose en primera línea como posible objetivo de un ciberataque. Desde Rusia, miembros de movimientos juveniles próximos al Kremlin como Nashi se presentan como ejecutores del ciberataque. Uno de sus miembros ha asegurado a Arte que el ataque contra Estonia fue posible "porque sus páginas web no estaban muy avanzadas técnicamente". El ataque consistió únicamente en conectarse a los sitios masivamente para saturar los servidores y el ancho de banda. "Creamos incluso programas complementarios para colapsar las computadoras", confiesa, refiriéndose a lo que se conoce con el término botnet, es decir, un conjunto de robots informáticos o bots, que se ejecutan de manera autónoma y automática. El ciberataque dejó a Estonia malherida durante unos días, el pánico se esparció por todo el país, todavía más cuando los ciudadanos vieron que no podían entrar a sus cuentas bancarias.

Para el periodista ruso Anre Soldatov, experto en ciberguerra, lo interesante del asunto es que este tipo de ciberataques pueden ser llevados a cabo por jóvenes sin lazos con el Estado. Quien tenga interés en promover un ciberataque sólo es preciso que les dé dinero y les diga los sitios web que hay que atacar sin necesidad de suministrarles material diseñado por los servicios secretos. En el ámbito de la Unión Europea, los peligros relacionados con ataques cibernéticos ya han sido elevados al nivel de peligrosidad en el que se encuentran las armas nucleares o el terrorismo internacional. Además, los hechos del 2007 en Estonia hicieron que dos años después, en 2009, la OTAN estableciera en ese país la primera base militar de defensa cibernética de Europa. La red es ya, junto a la tierra, el aire y el espacio, un nuevo terreno de operación militar.

En este nuevo terreno cobran gran importancia como arma de combate los virus informáticos. Esto le quedó claro al Irán de Mahmud Ahmadineyad el verano del 2010 con la aparición del virus Stuxnet. De acuerdo con los controles de la compañía Symantec, establecida en Estados Unidos y especializada en la detección de virus informáticos, el 60 por ciento de las computadoras infectadas por Stuxnet estaban en Irán y el origen del virus procedía de servidores anónimos establecidos en Dinamarca y Malasia. El ciberataque obligó a Irán a parar la producción de uranio provocando un retraso de dos años en los planes de este país para producir bombas.

Lo más sorprendente del asunto es que esta situación se produjo en uno de los países cuyas computadoras son las que más aisladas del mundo se encuentran. El mensaje del ataque fue doble: por un lado, el virus paralizó físicamente mil centrifugadoras que intervienen en el proceso nuclear iraní, por el otro, le advirtió a Irán que sus enemigos podían regresar en cualquier momento sin que ellos mismos se dieran cuenta de su presencia. Nadie ha reivindicado el ciberataque de Stuxnet, a pesar de que se acusa todos los dedos apuntan hacia Estados Unidos e Israel.

Sea como sea, lo que antes sólo era usado en laboratorios militares está saliendo de ese ámbito, por lo que ejércitos de todo el mundo se preparan para este tipo de conflictos. Alemania, Francia y China están reclutando gente a marchas forzadas y se sabe que virus como el de Stuxnet están siendo creados. Unos virus que pueden llegar a paralizar todo aquello que depende de una conexión en el ciberespacio. Los semáforos, los movimientos financieros, los transportes. Todo aquello que esté conectado puede ser hoy atacado. Las redes eléctricas pueden ser también objeto de ciberataques desencadenando consecuencias desastrosas para la economía y la estabilidad social.

El escenario se mueve y China está siendo uno de los países que cuenta con innumerables armas para la ciberguerra, creen los expertos. De hecho Pekín se ha planteado el reto de dominar el mundo de la electrónica en el 2050. En agosto del 2010 Estados Unidos acusó al país asiático de infectar con virus informáticos una red de computadoras que afectaba a la administración. Por el momento, y a pesar de estas tentativas, se cree que China no tiene interés, por el momento, en desestabilizar la economía norteamericana, aunque se desconocen cuáles son las intenciones reales de los chinos en este terreno. Los expertos consideran que las autoridades del país asiático perciben la ciberguerra como un arma de doble filo: es un buen instrumento para desarrollar las tecnologías y obtener información en el ciberespacio, pero también temen que hacia el interior del país se conviertan en una amenaza para su sistema, al dar herramientas a la gente para que se organicen. Este temor se ve claramente reflejado en los últimos presupuestos del gobierno chino: el volumen de la partida destinada a la policía está por encima del de la defensa.

Los países están invirtiendo grandes presupuestos para proteger sus redes informáticas ya que consideran tan temible un ciberataque como lo podría ser una bomba atómica. Al parecer, hay países como Rusia que apostarían por su prohibición a pesar de que desde ese país salió el primer ciberataque de la historia. El hecho es que al ser la ciberguerra una arma que puede resultar muy efectiva, no parece que nadie quiera rechazarla.

En todo este contexto, ¿qué rol tiene Cuba? ¿Qué peligros entraña la ciberguerra para la Isla de los Castro si ni tan siquiera dispone de una normalizada red de Internet? ¿Cuál es entonces el interés de Cuba por la ciberguerra: un interés defensivo u ofensivo? ¿Es el suyo tan sólo un malestar en cuanto al flujo de información libre posible más que por los ataques que colapsen una deficitaria red eléctrica o de otro tipo? ¿Es tan dependiente la economía cubana de las nuevas tecnologías como para sentirse realmente amenazada? ¿Qué interés puede tener un país civilizado en atacar el castrismo por estos medios cuando existirían amenazas mucho más tangibles en otras latitudes? ¿O es que acaso Cuba juega un papel de desarrollo de armas para la ciberguerra junto con aliados suyos como Irán y China? Lo que resulta claro es que los Castro quieren tomar su posición en el tablero de esta Ciberguerra Fría. Pero la pregunta es, ¿tienen ya adjudicado un rol?

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