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The Washington Post aprueba intención de Trump de exigir más a Cuba


El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama (d) junto con el presidente electo Donald Trump (i) al final de su encuentro en el despacho oval en la Casa Blanca, en Washington (Estados Unidos), hoy, 10 de noviembre de 2016. El presidente de Estados Un
El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama (d) junto con el presidente electo Donald Trump (i) al final de su encuentro en el despacho oval en la Casa Blanca, en Washington (Estados Unidos), hoy, 10 de noviembre de 2016. El presidente de Estados Un

El diario llama a no revertir medidas de Obama populares entre los cubanos, pero lamenta que que Raúl Castro haya usado la apertura unilateral de EE.UU. para engrosar las arcas del Estado, y no para acelerar las reformas.

El diario The Washington Post dice en un editorial que la muerte de Fidel Castro ha despertado esperanzas entre los cubanos más jóvenes, en la suposición de que la resistencia del fundador de la revolución estaba frenando los cambios en la isla, y ahora Raúl Castro no tendrá ninguna excusa.

Desafortunadamente, observa el diario capitalino, el general Castro ha dejado claro que su objetivo es cambiar la economía estatal apenas lo necesario para salvarla y, en ninguna medida, el sistema político totalitario. En ese sentido, apunta, la apertura negociada con el presidente Obama no la ha aprovechado para acelerar las reformas, sino para engrosar las arcas del Estado con una nueva corriente de ingresos en divisas procedentes de los turistas y las empresas estadounidenses.

Señala el Post que los cubanos que aplaudieron la reanudación de las relaciones porque esperaban una mejoría en sus vidas han sufrido una amarga decepción, mientras que aquellos que trabajan activamente en pro de una mayor libertad política han sufrido más, y no menos represión.

El cotidiano aboga por que estos hechos se tomen en cuenta cuando la nueva administración y el nuevo Congreso de los Estados Unidos tracen la política cubana. “(El presidente) Obama”, dice, “estiró los poderes ejecutivos para ofrecer concesiones al régimen de Castro mientras le exigía poco a cambio. La mayor parte del beneficio ha ido a parar a instituciones controladas por los Castro, como la industria estatal del turismo. Funcionarios militares y policiales de Estados Unidos han cortejado a sus homólogos cubanos, pasando por alto con frecuencia su historial de abusos contra los derechos humanos”.

Para la publicación, una mejor política se alinearía con las esperanzas de los cubanos de a pie y las demandas legítimas de los movimientos pro-democracia de la isla, lo cual no necesariamente significa revertir medidas que han sido populares entre los cubanos como la reanudación de las relaciones diplomáticas y el relajamiento de las restricciones a la circulación de personas y bienes entre los dos países.

Pero sí debe significar ─propone el editorial─que los intercambios oficiales con el régimen, y cualquier concesión que lo beneficie, estén condicionados a reformas tangibles que beneficien al pueblo de la isla: mayor acceso a Internet, ampliación del espacio para los negocios privados, y tolerancia a la expresión crítica y a las reuniones de grupos como Las Damas de Blanco.

El Post recuerda las recientes declaraciones del presidente electo Donald Trump en torno a la muerte de Fidel Castro, a quien describió como “un "dictador brutal", y los propósitos de su administración de hacer lo que esté en sus manos para que “el pueblo cubano pueda iniciar finalmente su camino hacia la prosperidad y la libertad", con un acuerdo en el que La Habana acceda a reciprocar la apertura estadounidense con beneficios “para el pueblo cubano, los cubanoamericanos y los Estados Unidos en general”.

La publicación considera refrescante que el mandatario entrante vincule las buenas relaciones entre Cuba y los Estados Unidos con avances en materia de derechos humanos en la isla. Pero advierte que sería perverso aplicar ese precepto sólo a Cuba y no a otros regímenes autocráticos como los de Egipto, Turquía y Rusia.

“Los cubanos”, concluye diciendo el Washington Post, “no son los únicos que merecen la solidaridad de los Estados Unidos con su lucha por los derechos fundamentales”.

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