Exportación de médicos: negocio para régimen cubano

Médicos cubanos muestran diplomas en La Habana

En 2012, 68 médicos cubanos murieron en Venezuela...la mayoría de ellos fueron asesinados por la violencia callejera, que sólo el año pasado había cobrado las vidas de más 12.000 personas en ese país.
En 1988, de manera gratuita, Fernando estuvo año y medio prestando servicios en pleno conflicto civil en Angola, donde para llegar a una consulta en caseríos apartados debía acompañarlo un zapador especializado en desactivar minas terrestres. Después de 25 años, prepara sus maletas rumbo a Venezuela.

Esta vez no hay guerra. El Gobierno del general Raúl Castro ha convertido a la medicina cubana en la primera industria de exportación.

Un negocio suculento. Los médicos son para Cuba el equivalente del petróleo para Venezuela. Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), en 2011, las desinfladas cajas del Estado ingresaron alrededor de 5.000 millones de dólares sólo con el trueque de médicos por petróleo venezolano.

En 2003, el gobierno del difunto Hugo Chávez estableció un acuerdo por el cual PDVSA envía 105.000 barriles diarios de petróleo. La Habana paga con médicos, entrenadores deportivos y asesores militares.

Cuando Fernando, médico especialista, viajó en un IL-62M a prestar sus servicios en la selva angolana, el discurso oficial de Fidel Castro era otro. No importaba el dinero. En sus intervenciones, repetía que sólo le movía el altruismo y la solidaridad ideológica, conocida como “internacionalismo proletario”.

Hasta donde se conoce, el régimen cubano no empezó a cobrar los servicios médicos hasta después de 1991, cuando el comunismo soviético dijo adiós. Al cortarse el caudal de rublos, petróleo y materias primas que llegaban desde Moscú, Cuba entró en una crisis económica estacionaria.

La Unión Soviética sufragaba los gastos militares en la isla. Bastaba hacer una llamada al Kremlin y obtener créditos financieros. Fidel Castro no sólo utilizó la subversión para exportar su revolución guerrillera. Un día cualquiera, con el presupuesto nacional, construía una escuela en Kingston, Jamaica, o a Nicaragua le regalaba un central azucarero.

Daba igual, el dinero no salía de su bolsillo. Pero con la estruendosa caída del Muro de Berlín y la desaparición de la URSS, la subvencionada Cuba tuvo que adaptarse a los nuevos tiempos.

Las exportaciones cayeron 40%. La producción de azúcar se desplomó 70%. Sólo quedó el turismo, que genera algo más de 2.000 millones en ganancias anualmente. Las remesas familiares, una industria que entre dinero, envío de paquetes y gastos de cubanoamericanos que visitan la isla, mueve cerca de 5.000 millones de dólares al año.

Pero lo que aporta más billetes verdes al PIB es la exportación de servicios. No se tienen a mano todas las cifras. Carlos, economista, cree que “sólo en prestación de servicios médicos a los países del ALBA (Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua), el monto se aproxima a 10.000 millones de dólares anuales”.

Se calcula que actualmente unos 40.000 médicos, especialistas, enfermeros y técnicos, entre otros, prestan servicios en 60 países de los cinco continentes. Las facultades de Medicina de las universidades cubanas preparan hasta 5.000 galenos cada año. Se trata de una producción en cadena altamente rentable.

A la mayoría de ellos se les paga entre 2.000 y 3.000 dólares mensuales. Aunque hay naciones como Sudáfrica que doblan esas cifras. El régimen se embolsa el 95% de cada salario.

Recientemente, Brasil anunció la contratación de alrededor de 6.000 médicos cubanos para trabajar en zonas rurales y deprimidas del país. En un comunicado, el Consejo Federal Médico brasileño tildó de “irresponsable” la propuesta y cuestionó “la calidad técnica y ética” de los profesionales de la isla.

La presión de los galenos brasileños dio marcha atrás a la oferta. El gobierno de Dilma Rousseff decidió entonces contratar médicos españoles y portugueses, por considerarlos más calificados.

La medicina en Cuba no goza de buena salud. La situación, según cifras oficiales, no ha incidido en las favorables estadísticas. Según el Gobierno, el promedio de vida es de 78 años y, en 2012, la tasa de mortalidad infantil fue de 4,6 por cada 1.000 nacidos vivos, la más baja de las Américas.

Pero muchos hospitales están derruidos, el equipamiento es deficiente y el personal mediocre. La política de exportar médicos en serie provoca malestar entre los cubanos. Oneida, un ama de casa, comentó que los especialistas escasean. “En el policlínico donde me atiendo, la consulta de dermatología se ha reducido a una vez a la semana, por falta de médicos. Ningún hospital habanero tiene cuerpo de guardia de dermatología. Los que atienden son estudiantes extranjeros, pero su calidad deja que desear. La mayoría de los doctores reconocidos están en ‘misiones’ (trabajando en el exterior)”.

Según el Consejo Médico brasileño, el 94% de los galenos cubanos y bolivianos graduados en Cuba que en 2012 se presentó a pruebas de validación de sus títulos para ejercer la medicina en Brasil suspendieron los exámenes.

Más de 5.000 médicos cubanos han desertado de las misiones internacionalistas. Debido al escaso rigor de muchos profesionales de la salud en Cuba, algunos doctores y especialistas que deciden abandonar su patria optan por trabajar de asistentes o enfermeros en Estados Unidos.

“Revalidar el título en Estados Unidos es una ardua tarea. Son muy rigurosos. Cuando uno vive allí se da cuenta que nuestra formación médica tiene demasiadas lagunas. A mí no me va mal. Mientras aprendo l inglés, trabajo en una clínica privada de enfermero. Pagan bien”, confesó Eduardo, quien reside en desde hace dos años.

Fernando, el médico que hace 25 años estuvo en Angola, reconoce que la calidad ahora no es la mejor. “Los motivos varían. Desde no tener acceso inmediato a las informaciones especializadas, a pesar de la red nacional Infomed, hasta los bajos salarios y falta de tecnología. Pero no creo que en el mundo abunden los doctores dispuestos a trabajar dos años en sitios remotos, por una paga miserable”.

En 2012, 68 médicos cubanos murieron en Venezuela. El Gobierno chavista les brindó un homenaje develando una placa en su honor. “A los colaboradores de la salud fallecidos en tierras bolivarianas durante el cumplimiento de su deber”, indica el bronce incrustado en un hospital de Caracas, como si hubiesen caído en combate. La mayoría de ellos fueron asesinados por la violencia callejera, que sólo el año pasado había cobrado las vidas de más 12.000 personas en ese país.

¿Por qué entonces se van?, le pregunté a Fernando. “Es la única forma de obtener divisas, practicando abortos, involucrándote en negocios o ahorrando el poco dinero que te pagan para cuando regreses, poder arreglar tu casa y mejorar tu existencia y la de tu familia”.

Algunos médicos consultados dijeron que la necesidad económica y no el altruismo, los lleva a trabajar en lugares recónditos y peligrosos. Incluso, a riesgo de perder sus vidas.

Publicado en Diario Las Américas el 11 de julio del 2013