El fallecimiento fue confirmado poco antes de las 10 de la mañana por portavoces de las dos facciones en la disputa acerca de cual debería ser el desenlace.
La muerte de Schiavo puso fin a la batalla legal que puso a su esposo, que deseaba que se le suspendiera el mantenimiento artificial de la vida, contra los padres y otros familiares de ella, que querían mantenerla “viva” a toda costa.
Sin embargo, no parecía probable que el fallecimiento fuera a sofocar la controversia que el caso Schiavo provocó al lanzar a grupos religiosos conservadores que defienden el derecho a la vida y están contra el aborto (con el apoyo del presidente George W. Bush y los líderes republicanos del Congreso) contra los partidarios del “derecho a la muerte” cuando el cerebro ya no funciona.
El fallecimiento de Schiavo en el Hospicio Woodside de Pinellas Park, Florida, ocurrió 15 años después que cayó en estado de coma a causa de un desorden digestivo que dio lugar al ataque cardiaco que le cortó el oxígeno al cerebro. Nunca salió del estado de coma y quedó por 15 años en lo que los médicos diagnosticaron como “persistente estado vegetativo”.
Michael Schiavo, el viudo, pidió el jueves que se le haga la autopsia al cadáver y luego se le creme, pero los padres se oponen a la cremación.
En respuesta a una petición de Michael Schiavo, el mes pasado un juez de la Florida ordenó que el 18 de marzo se le retirara el tubo de alimentación que la mantenía viva, pues ella no podía tragar.
En semanas recientes los padres de la mujer, Robert Schindler y su esposa Mary, reiteradamente buscaron la intervención de los tribunales estatales y federales, de la Legislatura de la Florida y del Congreso federal, y hasta del gobierno del presidente Bush y el de su hermano Jeb Bush, Gobernador de Florida.
Todas las apelaciones para que se le reinsertara el tubo de alimentación fueron rechazadas y, agotados todos los recursos legales, el desenlace ocurrió el jueves 13 días cuando Terri Schiavo murió por falta de nutrición.