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Se despide Fidel sin relevo garantizado


El VI Congreso ratificó que los octogenarios que mandan no tienen relevo para ese proyecto comunista que lo único que ha sabido hacer en medio siglo, es torturar, encarcelar y no producir, pero que tienen la firme decisión de quedarse en sus sillas hasta el final agónico.

El VI Congreso del Partido Comunista cubano cerró sus puertas con algunos signos claros, muchas interrogantes abiertas y un país que se debate entre la desesperanza y la miseria.

La vieja mandancia de octogenarios con Raúl a la cabeza del clan ni se va ni cede ni se rinde, pero comienza a despedirse porque sabe que la biología no los acompaña. Y eso explica el término de no renovarse después de 10 años, acordado en el pleno.

Ya Fidel –presente sorpresivamente en el acto de clausura, pero muy frágil y sin poder pronunciar ni una sola palabra para agradecer lealtades ni apenas caminar por si solo- tampoco pudo coordinar sus aplausos con los moscones que revoloteaban.

El Partido Comunista de Cuba eligió a Raúl Castro como dirigente octogenario de todo, y esto tiene importancia en un país que se ha regido durante más de medio siglo por lo que dicta el caudillo y no por las estructuras virtuales de sus organismos, como el Buró Político y el Comité Central.

Por eso no nos detenemos en el hecho intrascendente de si el Buró Político se redujo a 15 y se sacó a Abel Prieto, el único joven de sus filas, además de Ministro de Cultura- y si el Comité Central aumentó la presencia de negros hasta un 30 por ciento, que al final pareció pura demagogia, pues la sociedad cubana está compuesta en un 70 por ciento de negros y mulatos.

Pero al menos Raúl -ni tardo ni perezoso- tuvo la valentía premonitoria de confesar públicamente en la apertura y en la clausura del congreso que la revolución cubana no había sido capaz de crear una generación de relevo. Y eso es preocupante para una Administración de viejos que comienza su ciclo terminal.

Quiere esto decir que el famoso ‘hombre nuevo’ que nacería del impulso revolucionario de 1959, ya carece de posibilidades de desarrollo, porque los octogenarios ni engendran ni crían.

Ahora viene el esfuerzo cuesta arriba de Raúl y su círculo de militares incondicionales por impulsar una iniciativa privada muy limitada y opaca –con las empresas cuenta propistas y las tierras entregadas en usufructo a los campesinos- para que produzcan alimentos y riquezas.

Pero hay que decir que el esfuerzo cuenta propista podría asimilar a un porciento menor del millón de desempleados que habrá en el país en unos meses, pero que esa es una dinámica de servicio que no produce alimentos ni tampoco riquezas.

Por eso deja de ser importante el anuncio de la autorización de la venta de casas y autos, porque eso se ha hecho siempre, pero en el mercado negro, y además ninguna de esas actividades producen las riquezas que Cuba necesita.

Raúl también fue muy crítico con el aparato del Partido Comunista, al que acusó de exceso de burocracia y corrupción. Pero esta es un poco la vieja trampa del mandante para alimentar su ego personal y echarle la culpa al otro antes de que lo culpen a él.

Y concluyó Raúl con el mensaje de que la misión de su responsabilidad era perfeccionar el socialismo y no permitir el regreso del capitalismo, cuando toda la naturaleza de la empresa cuenta propista y de las tierras que se entregan a los campesinos en usufructo, gira alrededor de la iniciativa privada y de un principio capitalista.

Vayan perspectivas negras y paradójicas para un país sumido en la miseria, en la corrupción y en la represión política por no permitir la opinión ajena.

El VI Congreso ratificó que los octogenarios que mandan no tienen relevo para ese proyecto comunista que lo único que ha sabido hacer en medio siglo, es torturar, encarcelar y no producir, pero que tienen la firme decisión de quedarse en sus sillas hasta el final agónico.

Lástima que Raúl y su camarilla de viejos no sepan que en la sociedad cubana sobran jóvenes con capacidad y energía para cambiar el rumbo del país hacia la libertad, la creación de riquezas, la democratización y la reconciliación nacional.

Pero claro es verdad que ellos no tienen relevo...

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