Más de un millón de personas esperaban hasta 24 horas para atisbar por un momento los restos de Juan Pablo Segundo, un papa que llevó su mensaje de paz a casi todo rincón del planeta y contribuyó con la caída del comunismo.
El comisario especial para la organización de las exequias, Guido Bertolaso, dijo que la ciudad no puede soportar la llegada de más fieles y exhortó a los residentes a abrir sus puertas para alojar a los visitantes, que provienen de todas partes del mundo.
Unos 35 presidentes, 24 primeros ministros y seis monarcas han confirmado sus planes de asistir al servicio fúnebre del viernes en la mañana. Asimismo, cuatro trenes especiales con destino a Roma partieron de la capital de Polonia la noche del miércoles, y otros dos de Cracovia, llevando un total de cinco mil peregrinos.