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La revolución cubana y los designios de Fidel Castro 


Una nota de análisis de Frank Calzón, director ejecutivo del Centro para una Cuba Libre:

En la madrugada del primero de enero de 1959 Fulgencio Batista regresó al Campamento Militar de Columbia, donde había lidereado un golpe de estado siete años antes y huyó a Santo Domingo donde lo esperaba Leónidas Trujillo, el dictador dominicano.

A cientos de kilómetros, en la Sierra Maestra Fidel Castro dormía apaciblemente y al enterarse comenzó su apoteósico peregrinaje hacia La Habana por la carretera central. El viaje duró una semana y el Comandante en Jefe hizo gala de su oratoria en pueblos y ciudades, donde se incorporaron nuevos cientos de reclutas al Ejército Rebelde.

Los discursos fueron muchos y los cubanos extasiados escuchaban las promesas y el mensaje de esperanza y libertad del joven líder barbudo. Ya no habría abusos, ni corrupción, ni presos políticos, ni las madres buscarían desesperadas a sus hijos torturados en las estaciones de policía; se restablecería la Constitución y en el término de dos años el pueblo elegiría a sus gobernantes en elecciones libres.

Respondiendo a lo que casi todos los cubanos creían eran calumnias de los batistianos, el 13 de enero Fidel dijo: “yo no soy comunista ni tampoco el movimiento, pero no tenemos que decir que somos anticomunistas para agradar al extranjero.” El 7 de abril en un discurso ante la prensa en Washington declaró: “Esta revolución no es comunista sino humanista.”

Hoy, el periódico del Partido Comunista citaba a Fidel: “Creemos que no debe haber pan sin libertad, pero tampoco puede haber libertad sin pan,” una frase que desconoce Miguel Díaz-Canel, quien culpa a un huracán y al “bloqueo norteamericano” por la falta de pan, que milagrosamente no afecta a los turistas.

Fidel lo había dicho en frase memorable: “Nos casaron con la mentira y nos obligaron a vivir con ella; y ahora parece como si el mundo se hundiera, cuando oímos decir la verdad”.

Pero el mundo no se hundió cuando el 2 de diciembre, el periódico Revolución publicaba un discurso diferente. Confesaba Fidel Castro: “lo digo aquí con entera satisfacción y con entera confianza: soy marxista-leninista y seré marxista-leninista hasta el último día de mi vida.”

Al día siguiente, el periódico Revolución lo citaba de nuevo: “¿Creo en el marxismo? Creo absolutamente en el marxismo. ¿Creía el primero de enero? Creía el primero de enero. ¿Creía el 26 de julio? Creía el 26 de julio.”

Años después, el 3 de febrero de 1999, Fidel lo explicaba de esta manera a los estudiantes de la Universidad Central de Caracas: “Eso sí, de marxismo-leninismo no les hablamos ni una palabra, ni teníamos por qué decirles nada…”

Es imposible entender la revolución de Fidel Castro desconociendo los discursos y pronunciamientos, las ideas y la trayectoria del dictador cubano. Su devoción al poder sin límites y al marxismo lo llevaron a establecer una sociedad soviética en el trópico, y a una alianza militar, política y económica con Moscú, cuyas consecuencias continúan sufriendo millones de cubanos.

Lo llevaron a pedirle a Rusia que iniciara una guerra nuclear en contra de los Estados Unidos donde morirían millones de personas y que hubiera resultado en la destrucción completa de Cuba. En carta a Nikita Jrushchov el 25 de octubre de 1962, carta que aparece en las memorias del dictador ruso, le dice:

“En este momento quiero hacerle partícipe de mi opinión personal. Si… los imperialistas invaden a Cuba con el objetivo de ocuparla, el peligro que esa política agresiva representa para la humanidad es tan grande que, tras tener lugar ese hecho, la Unión Soviética no debe nunca permitir circunstancia alguna en que los imperialistas puedan ser los primeros en lanzar un ataque nuclear contra ella. Le manifiesto lo anterior porque yo creo que la agresividad de los imperialistas es extremadamente peligrosa y que, si ellos de hecho llevan a cabo el acto brutal de invadir a Cuba en violación de la ley y la moral internacional, ese sería el momento para eliminar tal peligro de una vez para siempre a través de un acto de legítima defensa, aunque se trataría de un solución dura y terrible no hay otra alternativa”.

En cuanto a la superioridad del modelo soviético Fidel estaba completamente convencido. Un año después, en 1963 decía en un discurso: “Creo que sería un absurdo propio solamente de la gente ciega, no darse cuenta de que en el orden científico, la Unión Soviética ha sobrepasado por completo a todos los países capitalistas… en la Unión Soviética estudian tres veces más ingenieros que en Estados Unidos; en la construcción de viviendas, la Unión Soviética es el primer país del mundo… Es decir, hay una cosa absolutamente comprobada: la realidad de la historia ha demostrado plenamente, ha confirmado totalmente la doctrina del marxismo-leninismo. Estados Unidos crece al ritmo de 2.3 por ciento o 2.5 por ciento al año; la Unión Soviética ha estado creciendo al ritmo de 10, o creo que de 11 por ciento al año.”

En el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba en diciembre de 1975 dijo: “La bancarrota de la economía capitalista ha confirmado lo inexorable de las predicciones de Carlos Marx, y contrasta con el creciente vigoroso progreso de las economías de los países que, agrupados en la comunidad socialista del CAME (Consejo de Ayuda Económico y Social), tienen en el sólido desarrollo de la Unión Soviética su punto fundamental de apoyo”.

En ese mismo congreso dijo: “Con la solidez de la Revolución, con el desarrollo de nuestras relaciones con todo el mundo, con nuestros sólidos vínculos con el CAME y con la Unión Soviética, garantizado en este país el combustible, garantizado en este país el trigo, los alimentos, los equipos, las inversiones industriales, ¿con qué nos pueden amenazar los imperialistas?”

El 14 de febrero de 1986 en un discurso ante el Tercer Congreso del Partido, según reporta la revista Bohemia, dijo que “Por su condición de primer país socialista, por su enorme potencial económico, su fuerza militar indudable y su fidelidad a los principios del marxismo-leninismo y el internacionalismo proletario, la URSS es parte decisiva de las fuerzas históricas contemporáneas”.

Para 1985 se burlaba del embargo: “Los Estados Unidos tienen menos y menos cosas para ofrecer a Cuba. Si pudiésemos exportar nuestros productos a los Estados Unidos, tendríamos que comenzar a hacer planes para nuevas líneas de producción […] porque todo lo que producimos ahora y todo lo que vamos a producir en los próximos cinco años ya ha sido vendido a otros mercados. Deberíamos privar a otros países socialistas de esos productos para venderlos a Estados Unidos. Pero los países socialistas nos pagan precios mucho mejores y tienen relaciones mucho mejores con nosotros que las que tenemos con los Estados Unidos. Hay un dicho popular que dice: No cambies una vaca por un chiva”.

Finalmente, en el ámbito internacional no se debe ignorar el apoyo al terrorismo internacional del régimen, que continúa dándole refugio a asesinos de policías norteamericanos y cuyas naves de guerra destruyeron a dos pequeñas avionetas en espacio aéreo internacional, en el Estrecho de la Florida, asesinando a cuatro seres humanos que buscaban a refugiados que escapaban de la isla.

Así lo dijo Fidel: “Si el Estado cubano optara por desarrollar actos terroristas, por responderles con terrorismo a los terroristas, estamos seguros de que seríamos unos terroristas muy eficientes… ¡Qué nadie piense lo contrario! Si decidimos ser terroristas, no hay duda de que seríamos muy eficientes. Pero el que la revolución cubana nunca haya recurrido al terrorismo no significa que hemos renunciado a ello. Qué esto sirva de advertencia”.

El discurso tuvo lugar en el Teatro Carlos Marx de La Habana el 6 de junio de 1976. En enero del 2001, en Teherán, Fidel Castro dijo: “Irán y Cuba, en conjunto, pueden poner de rodillas a Estados Unidos. El régimen de Estados Unidos es muy débil y estamos presenciando su debilidad de cerca”.

En el momento en que se escribe este artículo, militares castristas oprimen y matan a manifestantes pacíficos en Nicaragua y Venezuela. En 1959 el Che Guevara recomendó el uso del “terror revolucionario” en contra de los que se oponían a la dictadura.

Después de más de medio siglo, la eficiencia y la capacidad terrorista de los hermanos Castro y sus cómplices es innegable.

(Una nota de análisis de Frank Calzón, director ejecutivo del Centro para una Cuba Libre)

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