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Recordando el concierto de Juanes en Cuba


Para reconstruir el país es necesaria la participación de todos los cubanos, por supuesto no de aquellos que preconizaron el odio, ni maltrataron a sus propios hermanos.

Los ecos por el concierto de Juanes tardarán mucho en apagarse dentro de la opinión pública mundial, sobre todo por las encendidas pasiones que levantaron, los actuales contrapuntos y sin dudas las desavenencias que mantendrá en el futuro.

El concierto de Juanes y sus compañeros en Cuba se deslizó de ser una problemática cubana para convertirse en una verdadera exaltación universal.

Y como en todo debate acalorado se pierden las piezas del razonamiento - esas que permiten llegar a ciertos entendimientos- muchas veces por descuido y otras por verdadera intención maquiavélica, trataremos ahora de analizar con más frialdad este hecho histórico.

Algunos de los argumentos más socorridos para la realización del concierto es que abriría una puerta, serviría para la unión y la concordia entre todos los cubanos para lograr lo que dijo el buen Juanes con toda su buena intención: “Una sola familia cubana”.

Vale la pena preguntarse y ¿quién tiene la puerta cerrada?, ¿quien no quiere la unión entre todos los cubanos?, ¿quién impide la fraternización con toda la familia cubana? ¿El exilio? ¿Acaso los cubanos que residen fuera de la isla son tan malvados, intransigentes y poderosos que impiden ese humano deseo?

Supongamos que existe una parte del exilio que tiene esa fuerza. Sin embargo por muy poderosos que sean esos individuos no tienen el control político de la isla. Esos exiliados no son los que deciden quienes entran o salen al país.

Hagamos un alto en este punto que puede ser interesante. El gobierno castrista es el único gobierno en el mundo actual que impide la entrada libre al país a sus ciudadanos, es el único gobierno en el mundo que cuando algunos de sus ciudadanos se ausenta por más de once meses y un día le confiscan todas sus pertenencias y los convierten en emigrados que pierden todos sus derechos políticos dentro del país.

Ese último punto es bastante inusual, los emigrantes en cualquier región del mundo si deciden volver de regreso a su tierra no tienen ningún reparo y no solo encuentran sus valores personales, sino que tienen todos los derechos civiles y políticos en sus respectivos países.

Es mas, en los últimos años ocurre un proceso democrático donde algunos gobiernos toman en cuenta las opiniones de sus emigrados para las elecciones presidenciales y realizan votaciones en las embajadas donde radican sus ciudadanos. Eso no sucede en la Cuba actual de los Castro.

Hay más. El gobierno actual de Cuba es el único en el mundo que se abroga el derecho a determinar la cantidad de días que un ciudadano residente fuera del país puede permanecer en su patria. El gobierno actual de Cuba entorpece de manera intencional la salida de los familiares de una persona que abandona su proyecto político, incluso hasta por años lo cual fractura la estructura de esas familias.

Entonces, ¿quién es el culpable de que la familia cubana se encuentre dividida y no exista una sola familia? ¿El exilio o el gobierno castrista?

Otro punto interesante del concierto y que se esgrimió con fuerza es que la música es un vehículo de paz y el espectáculo no serviría de propaganda política.

Es cierto que la música es un extraordinario motor para impulsar la felicidad de las personas. Eso creo que nadie lo puede discutir, pero pensar que en Cuba un espectáculo no tenga ribetes políticos es ingenuo e infantil.

El proceso castrista es una suerte de rey midas que en vez de oro, todo lo que toca es un fenómeno político. El régimen gasta millones de dólares en propaganda activa, subliminar, en influencias en el extranjero, en contra propaganda, en fin todo el dinero del mundo para convencer a propios y extraños que la razón está de su lado, que son buenos y los demás malos.

Juanes y su grupo fueron por lana y salieron trasquilados, como se pudo apreciar en un video que ya recorre el mundo donde el propio Juanes grita “estamos molestos, molestos”. Y es que tratar con dogmaticos febriles nunca ofrece un saldo saludable.

Es verdad que la población se alegró, es verdad que fueron felices, es verdad que fueron cinco horas de esparcimiento y de olvido total. Todo eso es verdad. Pero también es verdad que todo eso sirvió para enseñar que el régimen no reprime, que el régimen es tolerante y eso lo repiten sus agentes de influencia en la actualidad y su propaganda velada.

Y todos sabemos que en Cuba hay presos políticos, hay represión para las personas que piensan de manera diferente. Por lo tanto el régimen no es tolerante, ni tan bondadoso como se quiso dibujar cuando utilizó todo el aguacero mediático del concierto de Juanes.

Otro punto que se dirimió en esa controversia es la acusación de intransigencia del exilio de Miami. Es verdad que un grupo de personas decidieron romper de manera pública los discos de Juanes y algunos fueron más extremistas en amenazar a los asistentes al concierto. Esos hechos son abominables, sin dudas.

Sin embargo es bueno decir que dentro de las sociedades democráticas las personas tienen derecho a manifestar su repudio públicamente y sin presiones.

De esta manera los grupos fascistas, las organizaciones racistas, los grupos de derecha, los ultraconservadores, entre otros, realizan, bajo ese derecho que tienen dentro de una sociedad democrática, sus manifestaciones.

Es cierto que son grupos despreciables, pero si le quitan sus derechos al poco tiempo nadie tendría derechos y tendríamos entonces una tiranía.

Eso me hace recordar la cita del pastor protestante alemán Martin Niemoller, quien dijo:

“Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guarde silencio porque yo no era comunista, cuando los nazis encarcelaron a los socialdemócratas, guarde silencio, porque yo no era socialdemócrata, cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no proteste, porque yo no era sindicalista, cuando vinieron a buscar a los judíos, no proteste, porque yo no era judío, cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”

En resumen uno puede no estar de acuerdo con esas manifestaciones, pero no se le pueden quitar los derechos. Sin embargo, si es indeseable esta destrucción de discos, más repudiable es amputar del intelecto de millones de personas, de manera sistemática y deliberada la obra de escritores, cantantes, artistas en general, actuaciones de deportistas, profesionales de un país, como elimina y prohíbe desde hace 50 años el gobierno de la isla.

Y esa destrucción contra todo lo que ellos desaprueban van desde las canciones de Celia Cruz, pasando por los libros de Guillermo Cabrera Infante, la soberbia poesía de Gastón Baquero las actuaciones en las Grandes Ligas del Duque Hernández hasta la fama del mítico gerente de Coca Cola, Roberto Goizueta.

El gobierno cubano censura la información de todos esos cubanos que alcanzaron logros y además se reconocen hijos de esa isla a los cuatros vientos, sin embargo el régimen los destierra y no habla de ellos. Son conocidos solo a través de la comunicación boca a boca, nada por vía oficial u académica

¿No es peor esta acción continua contra todo un país que el de una minoría extremista que rompe discos?

Otro punto interesante dentro de esas mentiras repetidas que utiliza el régimen y que después repiten como loros algunos ingenuos y también muchos malvados con toda su pervesidad es “que no haya odio entre los cubanos”.

Es cierto que ese sentimiento existe entre algunos cubanos que viven fuera de la isla y a quienes le fusilaron familiares o recibieron largas condenas de cárcel con sus respectivas cuotas de abuso. Eso es cierto, pero ese resentimiento no es contra el pueblo cubano y destaco esa frase. El resentimiento u odio es contra el gobierno castrista.

Dentro de su política engañosa el régimen de manera hábil confundió a propios y extraños de que cualquier repulsa, cualquier crítica contra su sistema es contra Cuba. Y existen dos aspectos bien definidos. Cuba es una y el gobierno es otro.

Sin embargo quiero resaltar el ángulo del odio. En realidad el que propagó esa dura emoción fue la propia ideología del régimen y sino recordemos al icono castrista Ernesto Guevara cuando dijo:“El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar.”

Justamente ese odio exacerbó Fidel Castro en 1980 cuando envalentonó a las masas para aquellos tristes mítines de repudio donde lanzaron huevos, piedras y golpearon a quienes querían irse del país.

Sin embargo la mayoría de las voces del exilio no hablan de odio, ni de repulsas. Para reconstruir el país es necesaria la participación de todos los cubanos, por supuesto no de aquellos que preconizaron el odio, ni maltrataron a sus propios hermanos. Esos recibirán el peso de la verdadera justicia.

Como pueden apreciar las medias verdades, las mentiras y sobre todo la manipulación de los hechos caracterizan a este régimen frio, inteligente y sumamente calculador al que para combatirlo no podemos acercarnos con ingenuidad, apasionamiento y credulidad, porque al final si no nos preparamos tendremos que decir como el pobre Juanes. “Estamos molestos, molestos, molestos".

Recuerden algo importante, pelear apasionadamente entre nosotros hace feliz a los mentalistas del comité central. No lo olviden.

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