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¿Qué nos Pasó?


Es sin duda inaudito que la mayoría de la población respaldase la consigna “Elecciones para qué?", que aceptase la militarización de la sociedad y no pocos se hiciesen ecos de la consigna, "Esta es tu casa Fidel".

¿Qué ocurrió en la sociedad cubana para que un individuo y su corte pudieran asumir el control de la misma sin que aparentemente existiese una organización con capacidad suficiente para imponer un nuevo modelo y menos aún para sostener por décadas un gobierno repleto de contradicciones teóricas y prácticas donde la única coherencia ha radicado en su capacidad de conservar el poder político aún a costa de incumplir la utopía que decía inspirarlo?

Para algunos analistas lo ocurrido en Cuba es producto de una conspiración o algo similar, pero veamos algunas de las diferentes hipótesis:

Hay quien plantea que el comunismo internacional patrocinó el proyecto sobre Cuba desde los años 20 y para otros, los poderosos del Potomac al ver que el régimen iniciado en 1959 se asociaba al Kremlin auspiciaron tal unión para tener en América Latina una “vidriera” en la que Pueblos y Gobiernos pudieran apreciar el fracaso de tales teorías.

No falta quienes exponen que el pueblo había agotado sus expectativas políticas y que al haber perdido la confianza en sus líderes tradicionales, junto a los perjuicios que al orgullo ciudadano habían provocado las intervenciones estadounidense, 1898, 1909 y 1933, hacían que en la memoria colectiva de la nación subyacerán niveles de frustración que solo estaban a la espera del momento oportuno para expresarse con extrema sensibilidad y fuerza.

Otros insisten que todo lo que acontece en Cuba es producto de la profunda vocación imperialista de sus habitantes que siempre están en la procura de coyunturas políticas que les permitan proyectarse internacionalmente aunque para ello tengan que involucrar en sus debates internos naciones extranjeras y corran el riesgo de que su soberanía sea limitada.

También se puede preguntar por qué una isla que era la más próspera del Caribe y que gozaba de niveles de desarrollo económico y social superiores a los de la mayoría de las repúblicas americanas fue escenario de una Revolución tan radical con masivo apoyo popular y que en otros países del hemisferio donde la pobreza la, discriminación e injusticias eran más flagrantes no se produjesen acontecimientos semejantes, máxime, cuando muchos de estos países sufrieron después la desestabilización insurreccional que auspició el gobierno que se instauró en la isla.

No pocos -y entre éstos se encuentran fundamentalmente personas comprometidas con el proceso insurreccional y revolucionario que a posteriori se excluyeron- aducen que lo acontecido en la isla es consecuencia del golpe militar del general Fulgencio Batista el 10 de Marzo de 1952 que como una especie de agente catalizador neutralizó, destruyó y engendró fuerzas políticas que desestabilizaron la sociedad provocando junto a la crisis institucional la conciencia pública de que la sociedad exigía una cura a fondo que erradicase las angustias ético-morales que periódicamente la afligían.

Hay quienes a lo anterior agregan que la sociedad de referencia, gracias a los progresos que disfrutaba gozaba de una población relativamente educada y consciente de sus derechos que tendía a procurar una mayor justicia y equidad social, y que en la comunidad se estaba expresando un liderazgo emergente de franco carácter progresista, que aunque no compartía los extremismos que ya practicaba la Revolución no dudó en sumarse a ésta en la convicción de que el rumbo y la velocidad política podrían ser reducidos en el momento que lo creyesen conveniente. Pecado de ingenuidad y soberbia porque la Revolución los utilizó tanto en cuanto fueron útiles por su fidelidad sin cuestionamiento.

Es posible que los progresos tecnológicos, particularmente en las comunicaciones, hayan jugado una función clave en la ascensión y confirmación de la Revolución y sus dirigentes, porque en el país existía una densa red informativa notable por su eficiencia y en esta red se destacaba la televisiva que fue el vehículo más idóneo para difundir el mensaje del Nuevo Orden y hacer conocer a niveles de familiaridad a los líderes del Proceso revolucionario que hábilmente saturaron este medio y todos los demás, con su presencia y mensaje de una manera de virtual omnipresencia.

El posterior control de los medios informativos a través de las coletillas, la censura y la confiscación, junto a una especie de sacralización de la Revolución y los Revolucionarios, fueron factores que también gestaron en las masas populares la creencia de que los líderes no solo eran todopoderosos, sino que poseían todos los conocimientos.

Puede ser también que lo ocurrido solo haya sido producto de un ingenioso discurso populista bien salpicado de promesas de justicia social y nacionalismo con sofisticadas dosis represivas que fueron incorporando en la conciencia de la tribu que la unanimidad en el pensamiento y la acción, eran claves para sobrevivir y poder cumplir las tareas que la Revolución asignaba.

Pero algunos analistas consideran que fue la represión abierta y descarnada, junto al control económico del país que convertían al gobernante en benefactor o inquisidor según el caso, los factores que determinaron que el gobierno asumiese la dirección total de la nación pero esto no explica la complicidad por omisión o participación de individuos y sectores de la sociedad que se incorporaron a la materialización del proyecto y que por motivos sociales, filosóficos, económicos y hasta religiosos eran enemigos naturales de lo que se estaba gestando en la republica y a los que por sus posiciones sociales y capacidad intelectual les era fácil apreciar lo impropio de muchas actuaciones del gobierno y sus líderes.

Es difícil racionalizar por qué en 1959, muchos ciudadanos de un civismo activo y comprometido no denunciaron los juicios con condenas pre establecidas, el doble proceso judicial a los pilotos, los fusilamientos sin proceso judicial adecuado, el golpe de estado contra el presidente Manuel Urrutia que dirigió Fidel Castro, el encarcelamiento del comandante Huber Matos y otras muchas barbaridades que se cometieron sin justificación alguna y que presagiaban lo que vendría después.

Es sin duda inaudito que la mayoría de la población respaldase la consigna “Elecciones para qué?", que aceptase la militarización de la sociedad y no pocos se hiciesen ecos de la consigna, "Esta es tu casa Fidel".

Qué nos paso, es una pregunta a la que los cubanos debemos encontrar respuestas algún día.

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