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Periodo Especial, un mal chiste


El periodo especial reveló de una vez por todas la enorme inoperancia del ¿sistema? económico del régimen, su laxitud ante las vicisitudes de la población y sus deseos obsesivos de aferrarse al poder absoluto cueste lo que cueste, sin importarle más nada.

Si no fuera por lo humillante, doloroso, traumatizante y destructor de importantes valores morales sociales, el periodo especial pareciera un chiste de humor negro que el destino le corrió al castrismo. Tenía que ser una burla, un desatino del materialismo histórico, un devaneo inaceptable de las reglas del socialismo, para que todo el sueño de grandeza del máximo de los líderes castristas colapsara y que el país se sumiera en la más cruenta pobreza.

Eso no podía ser cierto, las leyes temporales estaban manejadas por la Agencia Central de Inteligencia. ¿Cómo podía ser posible que sus ideas teóricas y económicas no llevaran a la isla al paraíso del comunismo? Él en persona lo pronosticó el 18 de mayo de 1967 en un congreso de campesinos:

“Desde luego que nosotros no luchamos en el campo de la economía movidos solamente o fundamentalmente por la idea de tener un estándar de vida mejor, de ser más ricos, no. Para nosotros la lucha por desarrollar la economía y alcanzar éxitos económicos forma parte de la ideología.

Nosotros tenemos nuestras ideas acerca de cómo se construye el socialismo, acerca de cómo se construye el comunismo, y lo que dirá quiénes tienen razón son los hechos. No se trata solo de nuestros adversarios capitalistas, que desean el fracaso de la revolución socialista, sino aun dentro del mismo campo socialista hay distintas concepciones acerca de cómo se construye el socialismo, acerca de cómo se construye el comunismo. Y nosotros, a la vez que desarrollamos la conciencia revolucionaria del pueblo, a la vez que profundizamos nuestra ideología, a la vez que desarrollamos nuestra conciencia internacionalista, también tenemos el deseo y tenemos el propósito de demostrar que en el campo del desarrollo de la economía y en el campo de la construcción del socialismo y del comunismo, el camino que nosotros estamos siguiendo es el camino más correcto, es el camino más revolucionario”.(sonido grave y prolongado de una trompetilla en el fondo)

Y al margen del entierro del campo socialista, ahogado en su propia salsa totalitaria, que redujo de manera drástica la entrada de recursos subvencionados, su visión apocalíptica y desordenada de la economía resultó el gran detonante de la explosión de miseria para los cubanos del periodo especial, porque los 65 mil millones de dólares que recibió de la ex –URSS entre 1960 y 1990 los gastó entre sus pírricas guerras y fracasados experimentos económicos.

Solo para percatarnos de la dimensión del dinero dilapidado por el gobierno castrista, los Estados Unidos entregaron 13 mil millones para la recuperación de Europa después de la segunda guerra mundial, colaboración conocida como el Plan Marshall.

Aquella bomba de calamidades que al explotar trajo niveles infrahumanos de vida para los cubanos la anunció el líder de todos los líderes el 28 de enero de 1990 cuando dijo:

“Qué significa período especial en tiempo de paz? Que los problemas fueran tan serios en el orden económico por las relaciones con los países de Europa oriental, o pudieran, por determinados factores o procesos en la Unión Soviética, ser tan graves, que nuestro país tuviera que afrontar una situación de abastecimiento sumamente difícil”, afirmó ante los delegados de la Central única de Trabajadores de Cuba. (CTC)

En realidad nadie calculaba que detrás de ese nombre de Periodo especial llegaría a caballo el picadillo de soya con todo su esplendor, que el estoico huevo desapareciera, el pan comenzara a ser de boniato y fuera casi de colección tenerlo y el bistec de palomilla fueran las cáscaras de toronja o una frazada de piso.

Gracias al periodo especial surgió el espejismo alimenticio con el famoso arroz “saborizado”, las croquetas de harina, los chicharrones con la piel del pollo, el café con chícharos, los fricasés de gato, entre muchas aportaciones inventadas por la población para sobrevivir.

La palabra más utilizada en el periodo especial es NO HAY y debajo de ese peñón se instalaron el jabón, la pasta de dientes, las almohadillas sanitarias para las mujeres, el papel sanitario, aceite para cocinar y casi todo lo necesario para la vida.

La etapa desarrolló con esplendor la cría de cerdos en la ciudad en sitios tan inverosímiles como una bañadera o la cruel practica de cortarles las cuerdas vocales a esos animales para que no denunciaran su presencia en las casas. Creció a grados incalculables el transporte en bicicletas y la gente adelgazó a niveles anoréxicos.

El periodo especial limitó a extremos las posibilidades de vida para los cubanos. Y como una suerte de justicia poética, resonaban como un eco que nadie recordó en esos tiempos, las palabras condenatorias del propio máximo creador de la Re-involución el 17 de mayo de 1961 contra los malos burgueses que tal parecían ahora el programa de su régimen para el sufrido pueblo:

“Vuelvan otra vez a cerrar todas las playas! ¡Vuelvan otra vez a abrir todos los clubs aristocráticos!”

“¡Vuelvan otra vez a discriminar al negro! ¡Vuelvan otra vez a perseguir al guajiro ¡Vuelvan otra vez a rebajar los salarios”

Todo eso y un poco más volvieron a realizar los castristas. Entregaron Varadero al turismo, prohibió el acceso de los cubanos a sitios reservados para extranjeros y excluyó -todavía lo hace- al negro socialmente. El dólar se convirtió en la moneda salvadora y maldita a la vez, porque solo con esa divisa se conseguía los artículos de primera necesidad, pero si te agarraban con el billete verde te sancionaban con la cárcel, mientras que el peso no valía nada frente a los artículos que se necesitaban.

Y si todo eso fuera poco, dentro de la sociedad cubana se resquebrajaron valores importantes y apareció el “jineterismo”, una dimensión novedosa de la prostitución, al ser en muchas ocasiones los propios familiares, madres, hermanos, padres, esposos, quienes impulsaban a las muchachas a entregar su cuerpo a turistas extranjeros por productos o dinero.

Nadie supo tampoco en esos oscuros días donde estaba aquel crecimiento extraordinario en la producción agrícola para paliar los desfallecidos estómagos. Sí, porque en ese momento se tenía que recoger los montos superiores de la década pasada. Si no me creen lean el vaticinio del Mesías en jefe el 2 de enero de 1969 en la Plaza de la Revolución

“Ahora bien: ¿Cuánto crecerá la producción agrícola de Cuba entre 1968 y 1980? Habrá algunos años de salto notable, sobre todo en 1970; pero como promedio en estos 12 años, ¿cuánto crecerá la producción agrícola de Cuba, basada en hechos que están a la vista de todos y en recursos que están en nuestras manos y en un pueblo que ha hecho suya la tarea? Porque realmente lo más importante hoy no es ni las concepciones que son mucho más desarrolladas, las instituciones creadas, los recursos enormes que tenemos ya, sino los factores subjetivos que se han creado en nuestro pueblo; eso es realmente lo fundamental y por lo cual se lograrán esos resultados.

Pues bien, la producción agrícola de Cuba crecerá en los próximos 12 años —y decimos esta cifra con absoluta tranquilidad y nos responsabilizamos con ella— a un ritmo promedio en los 12 años de no menos del 15% por año” ”. (Sonido grave y prolongado de una trompetilla en el fondo).

En resumen, el periodo especial reveló de una vez por todas la enorme inoperancia del ¿sistema? económico del régimen, su laxitud ante las vicisitudes de la población y sus deseos obsesivos de aferrarse al poder absoluto cueste lo que cueste, sin importarle más nada.

Los cubanos que transitaron sus existencias en ese periodo, todos, sin excepción, tienen cicatrices imborrables de esos momentos tan terribles cuando un gobierno que debió renunciar ante sus descalabros políticos y económicos implantó el periodo más desastroso en la historia de Cuba y lo llamó especial.

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