Enlaces de accesibilidad

Opiniones

La última partida de póker de Juan Manuel Santos

Reunión de los mandatarios de Cuba y Colombia, Raúl Castro y Juan Manuel Santos, este lunes en La Habana, durante la cual trataron temas de interés común para los dos países. Foto Oficial Presidencia de Colombia.

Leo en La Patilla, una vibrante web venezolana, que Nicolás Maduro llamó “traidor” a Juan Manuel Santos por haber ido a Cuba a reclutar a Raúl Castro para ponerle fin a la Constituyente que se propone convocar el 30 de julio.

Me parece excesivo. Si lo hubiera calificado de “tonto” o de “ingenuo” hubiese resultado más razonable. Nicolás Maduro es hechura de Raúl Castro. Él y Fidel lo eligieron como virrey para la riquísima colonia sudamericana, se lo “vendieron” a un moribundo Hugo Chávez con la ayuda de Lula da Silva,y lo sostendrán hasta el último venezolano. La gestión de Santos era ridícula.

Santos (y con él muchos mandatarios hispanoamericanos) no acaba de entender que Raúl Castro, como lo era Fidel, es un tirano comunista, serio y comprometido, que posee un claro sentido de sus lealtades. Raúl no sirvió de puente para salvar de la violencia a los colombianos, algo que probablemente lo complace, sino para rescatar a las FARC en su peor momento, tras las muertes sucesivas de Raúl Reyes, "Mono Jojoy" y Alfonso Cano. En la etapa de los bombardeos aéreos quirúrgicos y los mortíferos drones era una cuestión de tiempo que toda la dirigencia fuera exterminada.

Raúl puede ser una persona amable y risueña con sus interlocutores, pero eso no significa nada. Con esa misma actitud, de la mano de Fidel, su hermano y padre emocional, mandó fusilar a sus amigos el general Arnaldo Ochoa y el coronel Tony de la Guardia. Su prioridad es “la revolución”, lo que le exige mantenerse en el poder a cualquier costo y tratar de sostener a los proveedores más obsequiosos, como Maduro, el primero de todos.

Recuerdo, con cierto estupor, una reunión que tuve con el presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari en su oficina de Los Pinos. Me acompañaba Juan Suárez-Rivas, entonces vicepresidente de la Unión Liberal Cubana. Junto al gobernante se sentaba su asesor José de Córdoba Montoya. Salinas nos contó que hacía pocas fechas había juntado en el Caribe mexicano a Fidel Castro con los presidentes, César Gaviria (Colombia), y Carlos Andrés Pérez (Venezuela), para tratar de ayudar al dictador cubano en su peor momento económico y social, tras la desaparición de la URSS, de los subsidios que recibía y del enterramiento simbólico del marxismo-leninismo.

Fidel Castro, para sorpresa de Salinas, que es un economista educado y racional, los acusó de prestarse al juego desalentador de la CIA, cuando lo que, realmente, estaba a punto de ocurrir, era el colapso del mundo capitalista occidental. El cubano, en su fiera militancia comunista, resultaba indiferente a la realidad. Como lo es Raúl, aunque sepa, desde hace mucho tiempo, que el sistema es un completo desastre. Las anteojeras ideológicas son eso: una exoneración del sentido común y de la necesidad de actuar coherentemente.

Pero lo más interesante es que ninguno de ellos –ni Salinas, ni Gaviria, ni CAP— percibía al Comandante como lo que era objetivamente: un aventurero comunista decidido a implantar a tiros el régimen en el que creía. Un enemigo de las ideas republicanas con que se habían forjado las naciones latinoamericanas, que no había vacilado en alentar la creación de movimientos guerrilleros en medio planeta, pero especialmente en Colombia y Venezuela, sin olvidar las guerras africanas de Angola y Etiopía, conflictos bélicos por los que pasaron medio millón de soldados cubanos a lo largo de los quince años que duraron las batallas y la ocupación.

Juan Manuel Santos es sólo el último de los presidentes latinoamericanos que han caído en la trampa de creer que los mandatarios cubanos–incluido el Comandante muerto en noviembre pasado— eran sus amigos. Raúl Castro lo escuchó e inmediatamente le ordenó a su discípulo Maduro que resistiera rodilla en tierra.

El gran error de cualquier estadista es no saber identificar a sus verdaderos enemigos. Santos lo ha cometido. (No lo cometieron, por cierto, Rómulo Betancourt, Luis Alberto Lacalle, Washington Beltrán y otros pocos gobernantes bien preparados). Dicen que Santos es un gran jugador de póker. No lo parece. Raúl y Maduro le han ganado la partida. Al menos por ahora.

Vea todas las noticias de hoy

Proserpina era cubana

El rapto de Proserpina, de Gian Lorenzo Bernini, en exhibición en la Galería Borghese, Roma. (Foto: Flickr/Rafael Edwards)

¡Benditas sean tus manos Gian Lorenzo! Pudieron haberle dicho sus coterráneos napolitanos al hijo ilustre, o acaso los romanos que lo recibieron siendo un niño. Y es que Bernini, ese gran artista del barroco, vino al mundo para inscribir su nombre en donde mejor sabía hacer, en la dureza del mármol y en lo moldeable del bronce. Por eso reparte sus obras en más de un continente. Museos de Italia, España, Francia y Estados Unidos, entre otros, atesoran su arquitectura, esculturas, y pinturas.

Su padre Pietro fue escultor. La Fuente de la Barcaza, en la Plaza de España, en plena Roma, es obra suya. Pero el apellido Bernini atrae más por el hijo que por el padre. De Gian Lorenzo se cuentan el diseño de la Plaza de San Pedro, la Capilla Cornaro que contiene “El éxtasis de Santa Teresa”; el Baldaquino de San Pedro, la Fuente de los cuatro ríos, la Fuente del Tritón y un largo etcétera.


Su virtuosismo dio vida a esculturas haciendo saltar a la vista la sensación de la piel, el doblez de las telas. No en balde el ceño fruncido de su David es motivo de comparación con el rostro apacible del creado por Miguel Ángel Buonarroti.

Trabajó entre 1621 y 1622 en “El rapto de Proserpina”, una escultura barroca que representa a esta diosa mito de la primavera. Se cuenta que Proserpina tomaba un baño junto a unas ninfas en un lago en Sicilia, y hasta allí fue Plutón, salido del volcán Etna con cuatro caballos negros, y la raptó para casarse.

Bernini cuenta la historia en una composición llena de realismo aplastante. Parece que el mármol se mueve y el espectador da la vuelta a la escultura y el realismo lo seduce, y más, lo enmudece.

La violencia es explícita. Y vemos a Plutón de pie, acercando a Proserpina hacia su cuerpo, y ella, en su intento por oponer resistencia, estira un brazo hacia atrás para repudiar al dios del inframundo.

Plutón insiste, sostiene a su víctima, y hunde sus dedos en el muslo de Proserpina. Detalle que convierte la piedra en carne, y lanza a Bernini a la eternidad. Entonces llega la petición de auxilio de Proserpina a su madre, cuyo nombre, Ceres, lanza desesperada en el rostro ansioso y mal humorado de su raptor.

Plutón le grita que se la roba, y que llamará a su madre Ceres para contárselo. Entonces, la esencia cubana de Proserpina sacude los poros del mármol y nos regala la primera desaparición fonética de la consonante S.

-¡A Cere no, Plutón; a Cere no se lo digas! ¡No, a Cere no; no se lo digas!

¡Menuda cañona de mármol inmortalizada!

Ana Belén Montes... en Manto Negro

Sketch de la espía Ana Belén Montes saliendo de la sala del tribunal en Washington D.C.

Si la señora Ana Belén Montes hubiera sido arrestada en Cuba por espiar para Estados Unidos, no tengo dudas que habría sido ejecutada por un pelotón de fusilamiento, como les sucedió a tantos cubanos que lucharon por la libertad y la democracia para su país. Y si hubiera salvado milagrosamente la vida, se las habría visto de espanto, como tantas prisioneras políticas del régimen, en la prisión de Manto Negro, la ergástula de mujeres preferida de los aliados que aún defiende.

Los crímenes de Montes fueron muchos, aparte de apoyar a la dictadura más sangrienta que ha padecido el continente.

Durante 17 años, sirvió al totalitarismo insular enviando a La Habana información que afectó la gestión de varios centenares de agentes estadounidenses, influyó a favor de la dictadura castrista en los círculos en los cuales se desenvolvía difundiendo la creencia de que el castrismo no era una amenaza para Estados Unidos. Además, durante su juicio, fue asociada al derribo de dos aviones de Hermanos al Rescate, que resultaron en la muerte de cuatro jóvenes civiles que realizaban trabajo humanitario.


El especialista de la contrainteligencia militar de Estados Unidos, Chris Simmons, le dijo a Ricardo Quintana, periodista de Radio Martí, que la espía debió haber sido condenada a cadena perpetua porque había suficientes evidencias de que la guerrilla salvadoreña atacó el cuartel de la Cuarta Brigada, cinco semanas después de que ella visitara esa instalación.

Simmons afirma, que conocieron que Montes pasó información a los cubanos sobre cuándo, exactamente, la guarnición estaría casi indefensa, señalando que “ese período de cuatro horas que estuvo en esa base, ayudó a que la guerrilla matara a un asesor estadounidense y a 70 soldados salvadoreños. Sí, sabemos que la información, como mínimo, fue a parar a Rusia y a China, además, por supuesto, a varios grupos guerrilleros”.

La excarcelada reconoció que espiaba para Fidel Castro y, tras su liberación, al arribar a Puerto Rico, dijo ser una persona irrelevante que llevaría una existencia privada, a la vez que condenó el embargo de Estados Unidos a Cuba, demostrando que sus convicciones no han cambiado, razón por la cual, en la Isla de sus anhelos, en vez de estar en libertad, habría sido recondenada, al menos una vez.

Estoy convencido de que si Montes hubiera estado encarcelada por el régimen para el cual espió. Aparte de seguir en prisión después de cumplir su condena, habría sufrido otras experiencias particularmente penosas. Su encierro hubiera transcurrido bajo el manto del olvido, como le sucedió a Cary Roque y a Ana Lazara Rodríguez, entre otras muchas mujeres de las que nadie habló ni escuchó durante sus largos años de encarcelamiento.

La prisión de Ana Belén Montes en Cuba habría estado signada por el hambre, hacinamiento y falta de atención médica, sin descontar los malos tratos y vejaciones a las que son tan proclives los esbirros del régimen. Mejor no imaginar lo que le habría ocurrido si hubiera declarado en una prisión cubana, al año de su sentencia, que había obedecido a su conciencia y que la política de Estados Unidos hacia Cuba era cruel e injusta. En palabras de la convicta por espionaje: “Me sentí moralmente obligada a ayudar a la isla a defenderse de nuestros esfuerzos por imponerle nuestros valores y nuestro sistema político”.

Expertos opinan que Ana Belén Montes merecía una condena más severa
please wait

No media source currently available

0:00 0:07:00 0:00

No cabe dudas de que es una mujer de fuertes convicciones, las cuales no es de dudar la conduzcan a repetir el pasado, porque todo parece indicar que potenciales aliados no le faltarán si, como afirman el senador Marco Rubio y el señor Chris Simmons, la red de espionaje cubana sigue vigorosa, calculando que hasta 300 agentes están activos en EEUU, y dos tercios de esa cantidad trabajan el área de Miami.

Aunque haya quien lo dude, por ingenuidad o por imbéciles útiles, lo de tonto es muy generoso. El sistema totalitario castrista tiene dos practicas regulares inherentes a su naturaleza de escorpión, reprimir a la población todo lo más que le sea posible y destruir a Estados Unidos por los medios que estén a su alcance, y el espionaje contra este país es algo que viene ejecutando desde 1959.

Estoy convencido de que esta confrontación solo terminará cuando una de las partes desaparezca. Por mi parte, trabajaré por el fin del castrismo.

Joseph, el malo enamorado

Joseph Goebbels, ministro de Propaganda del Tercer Reich, en una foto tomada en 1933. (Foto: AFP/Archivo)

Él era alemán, ella checoslovaca. Él era importante en su país, y ella llegaba a Berlín con su carrera de actriz a cuestas a probar suerte en la meca del cine europeo. Para fortuna de Joseph, el poder le traía recompensas, una de ellas, supervisar el arte, y a las actrices. Todas las estrellas de cine pasaron por los ojos de Joseph, y sólo se quedó Lida. Su rutilante belleza lo llevaría a futuros problemas de corazón, pero no lo sabía aún. Estaba a punto de comenzar una historia de amor prohibido con publicitadas consecuencias.

Lida tenía novio, también actor, pero a Joseph no le importaba. Con tal de tenerla cerca los invitaba a su cabaña, una cómoda residencia de troncos muy cercana a un lago de Berlín. Así, en unión de otros actores que disfrutaban de tan amigable anfitrión, se fue tejiendo la cercanía de una relación inoportuna.

Lida Baarová (1914-2000). (Foto: Wikimedia Commons/Public Domain in US)
Lida Baarová (1914-2000). (Foto: Wikimedia Commons/Public Domain in US)

Luego vino la invitación personal. Joseph sólo la quería a ella, y Lida consintió. El enamorado tenía a su actriz, y la actriz toda la atención desmedida de un hombre culto, agradablemente conversador, que tocaba piano, inteligente, locuaz. Definitivamente, Lida se sintió atraída por su presencia y… por su poder.

A Magda, la historia le supo a hiel. Muy pronto se enteró. Ella estaba casada con Joseph. Juntos tenían tres hijos. Era la familia más feliz de Alemania. Eso se decía. Magda exigió ver a su rival y Joseph unió a las dos mujeres para llegar a un arreglo. Magda dijo que no, y Lida se excusó asegurándole a Magda que ella no había iniciado una relación que disfrutaba. Pero Magda tenía un arma poderosa en sus manos. Llamó entonces a su padrino de bodas, Adolfo, quien, a la vez, era el jefe de su esposo infiel.

A Adolfo no le faltaban las admiradoras, era un hombre archifamoso que, con sus penetrantes ojos azules, hacía que las mujeres camino a su casa se lanzaran delante de su auto para llamar su atención. Pero Adolfo era comedido, nada de amores escandalosos, por lo que llamó a Joseph y lo reprendió. Tal era el amor de Joseph por Lida que le pidió a su jefe abandonarlo todo e irse con su novia checoslovaca al extranjero.

La familia Goebbels visita a Adolf Hitler en Obersalzberg, en 1938. (Foto: German Federal Archive/Wikimedia Commons)
La familia Goebbels visita a Adolf Hitler en Obersalzberg, en 1938. (Foto: German Federal Archive/Wikimedia Commons)

Los ruegos de Joseph y las quejas de Magda colmaron la paciencia de Adolfo, quien finalmente impuso su voluntad. El precio a pagar era alto, Joseph tenía que reconciliarse con Magda, renunciar a Lida y volver a ser la familia más feliz de su país. Magda volvió a quedar embarazada y todo parecía arreglarse.

Joseph y Lida cumplieron su palabra de mantenerse alejados. Sólo volvieron a verse en el Festival de Cine de Venecia. Años después, Lida confesaría: “Debe haberme reconocido, pero no hizo ni un solo movimiento. Él siempre fue el maestro del autocontrol”.

Los dos enamorados trataron de seguir al pie de la letra los designios de Adolfo. Todo el amor que hubo se marchitaba por culpa de una orden estricta, pero también se marchitaba la vida de cada personaje involucrado.

Adolfo tenía enemigos muy poderosos y lo querían muerto. Cercado, difuso y malhumorado, y sin el brillo de sus ojos azules, se atrincheró en su bunker. Adolfo, de apellido Hitler, se suicidó, dejando desolado a Joseph, de apellido Goebbles, quien no concebía una Alemania sin el nazismo.

Magda tampoco podía vivir sin su ídolo y amigo protector, sin el padrino de su boda, sin el hombre que le había salvado el matrimonio y al que creía nuevo regente del mundo. Magda y Joseph concibieron un plan que ningún padre cuerdo puede acometer, asesinar a sus hijos para que no cayeran en la infamia de ser hechos prisioneros por el enemigo. Y así lo hicieron, a los niños morfina primero, cianuro después y balas para los dos padres.

Joseph debió haber huido con su enamorada checoslovaca, salvar a sus hijos, convencer a Magda, no ser más el ministro de Propaganda del Tercer Reich, abandonar el odio racial y su discurso, no más ademanes preparados y excitantes, pero una lealtad enfermiza hacia su propia creencia, y hacia un hombre endemoniado, lo ató irremediablemente a la tragedia.

Concluía la Segunda Guerra Mundial y la actriz Lida Baarová huyó a su país, fue detenida por los aliados, interrogada, condenada. Se salvó porque su papel de amante la disminuyó en su propia historia de amor. Vivió hasta el año 2000. Ya entrada en años, afirmaba: “Nunca amé a Goebbles, pero disfruté ser amada por un hombre de tanto poder. Podía tener todas las mujeres que quisiera, pero me eligió a mí”.

Un abrazo para espantar demonios

La esposa de Benny "Kid" Paret y su manager, Manuel Alfaro, junto al boxeador, inconsciente en una cama del hospital Roosevelt, tras la pelea con Emile Griffith, en marzo de 1963. (Foto AFP/Archivo)

Los años le pesan. Ya no es el joven robusto que baila suiza, pega al saco y sube a un ring de boxeo. Ya no tiene en su cintura la faja de campeón mundial. Obtenerla una vez le infligió dolor, uno más profundo que el de los golpes. Entonces se miró las manos y preguntó por qué. Hoy camina en un parque al encuentro de un pasado doloroso. Sabe que va a llorar, lo tiene asumido. Sus pasos son para fundirse en un abrazo de perdón con alguien que no conoce. Va al encuentro de aquel que antaño era un niño y hoy es un hombre huérfano. Va a abrazarlo porque le mató a su padre entre las cuerdas. Se lo mató a golpes, en una rabia desmedida, en una venganza sin sentido cuando se acumularon ofensas y errores.

Emile Griffith se preparaba para su pelea para el título mundial de boxeo peso welter. Corría el año 1962 y su rival era el cubano Benny “Kid” Paret. Se habían enfrentado en dos ocasiones, cada cual con una victoria. Pero el pesaje delante de la prensa con fotógrafos incluidos marcó el destino de la pelea. “Kid” Paret sabía algo y lo dijo delante de todos, llamó m... a su rival. Pero Griffith entendió la frase con su defectuoso español, y ese epíteto hiriente en los sesenta significaba el abismo para un deportista. Cómo un boxeador negro de Nueva York, ex campeón, con un físico fornido y una pegada respetable iba a dejar pasar por alto ese lance público de un cubano simpático, dicharachero, y por demás amante del baile. Paret ya lo estaba conectando fuera del ring. La cólera le llegó a Griffith de golpe.

Se vieron las caras nuevamente y por última vez el fatídico 24 de marzo de 1962. Griffith estuvo a punto de perder cuando cayó a la lona en el sexto asalto, pero fue salvado por la campana. Se levantó y fue a su esquina. Unos segundos más y hubiese sido más sana su derrota y su vejez, pero esos pocos segundos hicieron la diferencia para que matara al hombre al que quería destrozar. Y luego, lo golpeó con saña contra las cuerdas, y un árbitro al que la historia merece olvidar no detuvo la pelea a tiempo. Y así, frente a las cámaras de televisión, “Kid” Paret soportaba inconsciente y enredado en las cuerdas la furia de Griffith que lo castigaba inmisericorde.

“Kid” Paret entró en un coma profundo, había perdido su última pelea; lo bajaron del ring en camilla, no se despidió de su esposa, ni de su hijo, ni de los miles de fanáticos que un día corearon su nombre. No pudo decirle adiós al mundo y en esa especie de letargo escribió su nombre en la historia de lo que no debe ser el boxeo.

Luego, Griffith no fue el mismo. Siguió boxeando porque era lo que sabía hacer. Nunca más pegó para lastimar a un hombre en un deporte que paga para lastimar.

Cuando Kid Paret vio nacer a su hijo le decía a su esposa con adoración: “Mi hijo, mi hijo, es muy lindo para que le estropeen la cara, yo quiero que sea un abogado, un doctor”. Pero no lo vio crecer, y su hijo, sin ser abogado ni doctor, se armó de valor y caminó en un parque para ver venir de lejos al hombre que había matado a su papá.

Griffith lo miró a los ojos. Habían pasado 43 años y no soportaba más en su memoria esa maldita fecha de 1962.

“¿Tu eres el hijo de…?” No pudo seguir hablando, se abrazó al joven que sin rencores le tendió la mano. “Quiero decirle que no hay malos sentimientos aquí…”, fue la respuesta del hijo de Paret. Griffith no lo dejó acabar la frase y le responde en un sollozo: “Gracias señor… nunca tuve la intención de hacerle daño a nadie, pero las cosas pasan”.

OPINIÓN: Metamorfosis de una rehabilitación socialista... escuelas convertidas en prisiones

Una escuela modelo Trinidad Raul Zerquera

Este artículo del arquitecto cubano Edelberto Díaz fue publicado originalmente en la plataforma América 2.1 bajo el título "Periscopio La Habana: Metamorfosis de una Rehabilitación Socialista". Lo reproducimos en nuestra web por cortesía de su autor.

La revolución cubana nace proclamando convertir los “Cuarteles Militares en Escuelas”; diez años antes del festival de Woodstock ya se habla de amor, paz y libertad, esta máxima hippie de alguna manera forma parte de un gobierno que se pone de moda rompiendo paradigmas, y pega tan duro que hasta los Beatles se dejan la barba en su último álbum para estar en el “trending topic” de los barbudos que embobecen al mundo dispuestos a demostrar que también multiplican panes y peces.

Dentro de un desmesurado y atractivo simbolismo, con un derroche de nobleza exótica, hay que encajar la idea de impartir clases a niños exactamente en el lugar donde torturaron con crueldad a las personas que apostaron por un cambio. Los arquitectos deberían exorcizar el edificio modificando sus espacios para que las ciencias y las letras fluyan sanamente en la mente de los estudiantes que asistían a las clases de historia, donde se definen los espacios sentados escuchando al profesor, como un lugar endemoniado, poseído por el mal, y lo que es aún peor, dónde vagan los espíritus sin luz que fueron asesinados por los esbirros batistianos, todo exactamente allí, literalmente usurpando un espacio al mejor estilo de Hitchcock.

Pero un programa de rehabilitación que podría ser tan tenebroso, con el optimismo del momento resultó un cuento de hadas; y por ahí, el Cuartel Moncada y el Cuartel Militar Columbia, los dos cuarteles más importantes de la isla, se convirtieron de la noche a la mañana en escuelas. Valientes arquitectos e ingenieros que asumieron el reto, y lo sacaron con éxito, con el reconocimiento de todos; lo fundamental era colaborar con las destrezas necesarias, talentos innatos y conocimiento adquiridos en la “fabricación del hombre nuevo”. Las escuelas serían las fábricas que producirían este hombre socialista nunca antes visto por la humanidad, pero fuertemente vinculado al realismo socialista como tendencia cultural inmediata -Maxim Gorky terminará por ser superado ante tan prometedora idea-.

Alguien en algún momento temprano se percata de que para esta producción de «Industrias Educativas» ya no les era suficiente los cuarteles, ni los claustros de monjas, ni las fastuosas residencias, ni el propio inventario existente de escuelas con los que contaba el país por aquella época; todos estos espacios al parecer estaban contaminados y el hombre nuevo debería ser fabricado fuera de las ciudades, los hijos con sus familias serían un privilegio que solo se disfrutaría los fines de semana, -o un fin de semana sí y otro no-, por lo que la verdadera industria de la educación debería ser en el campo, para que la revolución les muestre la experiencia directa del trabajo en la medida que adentrarían el conocimiento y aprendizaje de materias útiles para este hombre esculpido a imagen y semejanza al requerimiento y nuevos retos que necesitaba la madre revolución. La perfección del proceso de su fabricación tiene que contar con el apoyo de arquitectos audaces que les den forma a esos espacios que necesitará el proceso fabril, por lo que se les da a los involucrados la posibilidad de acceder a todo lo que resultara necesario para que el producto final, una fábrica docente, lograra producir el mayor exponente de la madre revolución y así tener un relevo generacional asegurado, lo que les garantizaría una temprana jubilación a los creadores de tan innovadora propuesta social, que recién se recuperaban de las heroicas hazañas libradas en el campo de batalla.

Y remangando las camisas se dieron manos a la obra; había que acometer un proyecto prototipo y fue elegido el territorio de Ceiba del Agua. En esta creación trabajaron intensamente las arquitectas Josefina Rebellón y Gina Rey junto al ingeniero estructural Max Isoba, un equipo de lujo que logra sacar a flote la famosa escuela modelo “Ceiba Uno”. El modelo fue aprobado con éxito y con prontitud sería reproducido por todo el país -al mejor estilo de la franquicia McDonalds quien para entonces ya contaba con un punto de venta en cada pueblo-. Las hermanas de “Ceiba Uno” fueron fácilmente identificadas a la distancia por conocidos y neófitos, esa es la escuela, su diseño era inequívoco, único, todo un sello Real.

Becados en "la plaza".
Becados en "la plaza".


Una planta en forma de “H” donde se logran espacios definidos por dos atrios, con una espectacular iluminación diurna, controlada por ventanales apersianados donde puedes regular el sol y el agua de lluvia, sin renunciar a la súper bien lograda ventilación cruzada; esto acompañado de lucetas horizontales en la parte superior de las carpinterías, la que producían una iluminación muy bien distribuida en los requerimientos diurnos y delataba en las noches a quien tuviera una lámpara encendida. Todo acompañado de unos generosos aleros y señoriales galerías de circulación. Una arquitectura que tomaba lo mejor de la arquitectura vernácula y colonial, de un lado el ala docente y del otro lado el ala que responde a dormitorios, baños y gimnasios de educación física; en el centro, un pasillo que conecta ambas alas donde se desarrolla el área de comedor con su acceso de servicio por la parte posterior, donde se concentran los almacenes de alimentos, su anden de carga o descarga, el sitio donde se acopia la basura y todo muy bien resuelto con trampas visuales para no interferir con la armonía del exótico paisaje campestre. Hacia al frente del comedor se desarrolla la plaza central, un espacio cívico y a la vez recreativo, -dependiendo de la hora del día-, que siempre fuera perfectamente visible desde cualquier punto de la edificación. Hay que recordar que se debe garantizar la integridad física del hombre nuevo. Las alas laterales, edificios con una notoria horizontalidad, disponen de cuatro niveles (planta baja + tres altos), donde la planta baja está a media altura del suelo como magnifico recurso de prever las visitas de insectos y alimañas, recurso empleado por los indios autóctonos y reinterpretado en la arquitectura colonial inglesa, quienes fueron los colonos más cultos y los únicos que crearon una tipología arquitectónica para asentarse en el nuevo continente. Estos dos edificios son interceptados en el centro físico de su longitud por el pasillo que los comunica y que guarda relación directa con las dimisiones del generoso patio central que se conforma entre ambos. En el edificio destinado a la docencia se recrea la entrada principal de la escuela, con su espacio de estacionamiento vehicular custodiado por la cancha de básquet; y en el edificio dormitorio vinculado al pasillo de conexión se encuentra la salida al campo donde se viviría la experiencia requerida para la debida formación de un ente social productivo. Todo perfectamente planeado, planteado y resuelto sobresalientemente. Estábamos frente al equivalente a la versión del flujo funcional impecable de McDonalds; solo que este producía comida rápida y la “industria escuela” socialista producirá el paso faltante de la evolución del hombre el “Homo perfectus” -espero que interpreten mi comentario como un auténtico halago, porque lo es-.

Semejante parto, viene acompañado nada más y nada menos que de un sistema constructivo bautizado con el nombre Girón, una alegoría innecesaria de recrear. Se diseña un sistema constructivo “único” e industrializado para dar respuesta al conjunto escolar patentado y santiguado por el representante de Dios en la tierra -que más se puede pedir en esta vida-. Así se crea una base material para la producción industrial de los elementos, su construcción y su montaje, siempre empleando materiales de producción nacional -aun no se hablaba de sostenibilidad pero ya se aplicaba-, por último, alguien pensó que la tendencia del sistema debería ser abierto para que permitiera su utilización en la mayor cantidad posible de programas arquitectónicos -no se a quién se le ocurrió decir esto, pero lo decreto mi ídolo-, gracias a este punto se realizaron con este sistema constructivo: hospitales, hoteles, recuerdo que Fernando Salinas colaborador en su día de Mies van der Rohe y Philip Johnson, socio en su estudio de arquitecto con Raúl González Romero, en fin una fiera de la arquitectura cubana; le dan, o se da, la tarea de diseñar la Embajada de Cuba en México con el sistema constructivo Girón, lo que terminó siendo toda una obra de arte, de la que he visto innumerables fotografías y pude pararme frente a su fachada principal desde la calle para poder apreciarla.

Toda esta fiesta duró veinte años, donde los proyectos siempre fueron con apuros, se terminó el experimento con un inventario de trescientos y pico de unidades de “fabricas escuelas”. El programa era tan sagrado que hasta se instaló una ensambladora de autobuses rusos modelo PAZ 672, que al estar tan estrechamente ligado al fenómeno educativo construido con el sistema Girón, por ósmosis terminaron llamándose guagua Girón y creo que se produjeron unas dos mil unidades que transportaron estudiantes desde las ciudades de origen a su “fábrica escuela” en el campo, lo que tenemos que agregarle al programa como parte de sus gastos fijos de operación el consumo de combustible para la puesta en escena del maravilloso programa.

Colegas, se estima que este programa de construcción masiva consumió unos diez millones de toneladas de cemento, la vida nos ha demostrado que el beneficio exponencial de esta idea, solo fue posible gracias a la guerra fría. Lo que hace que este esfuerzo o privilegio -como le quieran llamar- sufriera una dramática metamorfosis porque nadie reparó en el detalle de que era necesario ser productivos para poder mantener un programa de semejantes dimensiones, lo que hace que esta realización inmobiliaria, incluyendo las plantas de prefabricado y toda la tecnología que les acompañó, terminaran siendo elefantes blancos abandonados. Por eso cuando escucho que repiten tanto de que “somos continuidad”, siempre me pregunto ¿exactamente continuidad de qué es lo que somos? Pero tengo que confesar que no he tenido éxito con las respuestas.

Escuela en el Campo
Escuela en el Campo

Pues este patrimonio construido, abandonado, huérfano de alguien que se motivara a rescatarles con alguna iniciativa similar al emprendimiento desarrollado en La Habana Vieja, donde se crearon empresas alternativas que recaudaron divisas y lograron asociarse a programas vinculados a las comunidades españolas y otras iniciativas, siendo su principal razón financiar programas que garantizaran la recuperación del patrimonio edificado. Claro que en este caso la Unesco nunca se ha pronunciado sobre decretar estas obras “Patrimonio de la Humanidad”, probablemente por que no se le ha sustentado correctamente el significado de estos inmuebles y lo que representarían como experiencia para esta cibervida al que al parecer nadie se escapa, ahí lo dejo como tarea pendiente para quienes cacarean el rescate de una nación y poco resultado se aprecia en sus acciones.

La realidad palpable es que estos inmuebles esperanza de otrora, son refugio de delincuentes que han vendido todo lo que quedó y que fuera posible vender de estas instalaciones. Unas pocas edificaciones corrieron mejor suerte y se transformaron en conjuntos de apartamentos, un programa alegre para ser diseñado por cualquier colega, lo que me produce mucha satisfacción. Otros pocos edificios se dispusieron para albergar a damnificados de ciclones y derrumbes, los cuales lograron un techo donde guarecerse, pero las condiciones de habitabilidad son infrahumanas y llevan ocupando estos lugares por mas de 25 años.

Repiquen tambores que ahora viene lo bravo, lo que muchos saben, pero pocos, muy pocos hablan, los padres de “Somos Continuidad” han decidido que deben convertir “La Escuela del Hombre Nuevo en Cárceles” y decenas de estas escuelas pasaron a formar parte del sistema penitenciario nacional, este es el caso de “Veguita Uno y Cuatro” (Bayamo), “Ceiba Dos, Cuatro, Cinco, Seis, Siete y Nueve” (Artemisa) y es difícil tener el inventario completo, así como los diferentes tipos de presos que se trasladan para estas instalaciones, lo que definirá el tipo de intervención en la rehabilitación que requerirán hacerles a estos inmueble.

Prisión Combinado del Este, en La Habana. (Reuters/Archivo)
Prisión Combinado del Este, en La Habana. (Reuters/Archivo)

Otras “Industrias Escuelas” han sido muy privilegiadas con glamorosos programas de rehabilitación, donde se han tomado edificios en ruinas y se han convertido en centros de la inteligencia cubana donde se realizan tareas de escucha.

No dan abasto las cárceles existentes ¿cuántas más serán necesarias? ¿llegarán a consumir el inventario completo del patrimonio construido abandonado de la “Industrias Escuelas”? ¿Qué empresa de arquitectura trabaja estas rehabilitaciones? ¿Dónde ubicaron las escuelas de carceleros? Seguramente que se requerirá una ampliación de ese plan de estudio, ya saben ahí esta el inventario a su disposición.

No logro imaginar y reconozco que me declaro incompetente si tengo que enfrentar el reto de ver cómo encajo el cuarto de interrogatorio donde estaba el laboratorio de química, cómo trabajar la acústica y reducir la reverberación para que todo quede grabado a niveles EGREM y nadie pueda decir "digo donde dijo Diego", dónde ubico los cuartos para las visitas íntimas de los reos sin sacrificar esa transparencia cristalina que me dolería mucho mutilar, no puedo dejar de pensar como arquitecto y los retos de nuestra profesión, siempre analizando dónde quedaría mejor la entrada y cómo hacer para que una función no interfiera con otra, es algo inevitable que puede más que yo, no se si a ustedes también les pasa, pero imagino que sí.

El llamado de la revolución es infalible y los revolucionarios deben acudir sin reparo; el de hoy es convertir “Escuelas en Cárceles”, esto, ya lo dice todo, solo que nadie tiene el valor de hacer una valla publicitaria con semejante proclama, aunque de alguna manera estén rescatando el patrimonio construido, pero, ¿a quién le importa eso….?

¿Alguien sabe algo del hombre nuevo?

Cargar más

XS
SM
MD
LG