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Maestros del control


Donde no llegaba la tecnología, llegaba el ser humano al que se le encargó, desde el principio de la Revolución, el ejercer el control de cada uno de los movimientos de aquellos que tenía a su alrededor.

No sabemos hasta qué punto las conclusiones del estudio de Villasenor pueden llegar a sorprender a un opositor en Cuba, un país del que se conoce su amplia y efectiva tradición de control de todo lo que se mueve, sobre todo si es en dirección contraria al grupo de poder. Dice el experto hablando del futuro: "Por primera vez será tecnológicamente y financieramente factible para los gobiernos autoritarios registrar casi todo lo que se diga o haga dentro de sus fronteras -cada conversación telefónica, mensaje electrónico, interacción en las redes sociales, los movimientos de casi cada persona y vehículo, y grabación en vídeo desde cada esquina".

Para un cubano se podría decir que no ha sido necesaria la llegada de este tipo de tecnología para sentirse controlado, espiado y registrado en cada ámbito de su vida. En realidad, donde no llegaba la tecnología, llegaba el ser humano al que se le encargó, desde el principio de la Revolución, el ejercer el control de cada uno de los movimientos de aquellos que tenía a su alrededor. El mismo Fidel Castro arengó continuamente a los cubanos para que se convirtieran en esa herramienta de control. Al mismo tiempo, cada cubano seguramente interiorizó para consigo mismo un autocontrol, adoptando una actitud de autocensura para no levantar así sospechas ante los demás.

"Vamos a implantar, frente a las campañas de agresiones del imperialismo, un sistema de vigilancia colectiva revolucionaria y que todo el mundo sepa quiénes y qué hace el que vive en la manzana…Porque si creen que van a poder enfrentarse con el pueblo ¡tremendo chasco que se van a llevar! Porque le implantamos un comité de vigilancia revolucionaria en cada manzana".

Son palabras pronunciadas por Fidel en el acto de constitución de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) en 1960. Está claro que hoy puede sentirse feliz con las máximas posibilidades de control que existen con la nueva tecnología, que puede finalmente llegar a perfeccionar su anhelado proyecto de convertir la Isla en una especie de Gran Hermano, un lugar en el que hay siempre un ojo que todo lo ve, y que todo lo escucha.

Tan eficiente fueron esos CDR que, a los tres años de su creación, Castro declaraba: "Los Comités se organizaron y desde entonces no pudieron si quiera los contrarrevolucionarios moverse por el control que ejercen. Es el pueblo organizado, el pueblo vigilante, el pueblo convertido en fuerza defensora de su causa, y eso se ve sólo en los grandes momentos históricos, eso se ve sólo en las grandes obras de los pueblos".

Los gobiernos autoritarios gastan mucho dinero para controlar a sus pueblos. Según el estudio de Villasenor, el almacenaje de todas las llamadas telefónicas en Siria cuesta anualmente 2,5 millones de dólares y se prevé que el coste se reduzca en 2016 a sólo 250.000. En el municipio de Chongquing, en China, ciudad con 12 millones de habitantes, se instalaron 500.000 cámaras y el almacenaje de sus grabaciones cuesta 300 millones de dólares anules. El estudio prevé que este coste se reduzca a 3 millones de dólares en 2020.

Cuba hasta el momento se ha ahorrado estas cantidades. Le bastó con convertir a cada cubano en un centinela para los demás y de él mismo mediante el temor a ser descubierto en algo, fuera lo que fuera, pero que le pudiera complicar la existencia. Con estas primeras medidas avanzó mucho en el control y vigilancia. A pesar de eso, es totalmente seguro que el Estado cubano debe invertir grandes sumas de dinero en mantener la estructura de un Estado represivo. Pero antes que llegara la tecnología, el régimen fue hábil en extender la cultura del control. Por lo que ya tiene mucho trayecto recorrido en este terreno. Son maestros.

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