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Indignados de EEUU a tono con el “Tea Party”


Muy rara vez coinciden siquiera en un punto intereses tan opuestos como los de aquellos que protestan contra el sistema financiero y los que claman por el rescate de los valores más conservadores.

Mientras los indignados de Nueva York (respaldados ahora por los sindicatos) continúan su acampada en la Plaza Zuccotti, donde han instalado su campamento, la protesta contra el corporativismo y la codicia del mundo de las finanzas iniciada desde el pasado 17 de septiembre se ha extendido por otras ciudades del país como Los Ángeles, Boston, Chicago, Denver, Seattle y Washington DC -hasta el momento.

Al igual que en Madrid, Berlín, París, Atenas, y otras capitales europeas, las movilizaciones en Estados Unidos están motivadas por la repentina desaparición de las jubilaciones y el deterioro de la atención médica de muchos ciudadanos, así como por la falta de empleo, pero sobretodo, en el centro de la protesta se encuentra la indignación por la impunidad con que han sido premiados los causantes de la crisis y los beneficios impositivos que disfrutan los dueños de las mayores riquezas del país.

Otra semejanza que destacan los analistas entre las manifestaciones europeas y las de Estados Unidos es la falta de una figura visible que las dirija (aunque la convocatoria para ocupar Wall Street fue lanzada por el movimiento anarquista “Adbusters” y otros grupos de izquierda a través de Internet), en ese sentido son la expresión más genuina de la democracia, la misma que con sus movilizaciones intentan rescatar de lo que llaman la “dictadura de los mercados”.

"Juntos levantaremos nuestras voces para decir que creemos que el sueño americano puede vivir otra vez, que la manera de hacer las cosas en este país es ayudarse entre sí a tener éxito", afirman en su página web los organizadores del movimiento llamado "Occupy Wall Street", el cual busca que "se escuche la voz del 99 % del país y no la del 1 % que sigue enriqueciéndose".

Los manifestantes del bajo Manhattan saltaron a la prensa en su tercera semana de protesta cuando la Policía de Nueva York detuvo a unas 700 personas que durante una marcha por el Puente de Brooklyn provocaron una total obstrucción del tráfico.

El presidente del sindicato de transportes "Amalgamated Transit Union" (uno de los gremios sindicales que apoyan a los manifestantes), Larry Hanley, afirmó que la protesta en Wall Street es la expresión de “los numerosos problemas a los cuales están confrontados las personas que trabajan en Estados Unidos".

"Hablan en nombre de la amplia mayoría de los estadounidenses frustrados por los banqueros y los corredores que se aprovecharon a costas de aquellos que trabajan duro", agregó en un comunicado.

Sin embargo, al apoyo sindical ha comenzado a sumarse el político.

Por una parte, el presidente del grupo demócrata en la Cámara de Representantes del Congreso estadounidense, John Larson, "saludó" a los manifestantes que "se baten para dar una voz a los norteamericanos que luchan a diario".

Por otra, un senador y siete representantes demócratas, el presidente de la central sindical de Estados Unidos y decenas de activistas se han reunido por tres días de deliberaciones para el lanzamiento de un "movimiento progresista" y su estrategia para las elecciones de 2012, dentro del marco de la propagación de las protestas a diferentes ciudades de Estados Unidos.

El encuentro ha sido convocado por el ambientalista y ex funcionario de la Casa Blanca, Van Jones, y se trata del comienzo de una acción que los “progresistas” denominan "Recuperemos el sueño americano" (Take Back the American Dream), donde debaten una agenda multicolor y cuestionan tanto la especulación financiera como la crisis económica. Sus motivaciones y proposiciones han quedado debidamente definidas en estas palabras de Jones: "Podemos verlo ahora mismo, en estos jóvenes que se plantan frente a Wall Street. Tendremos una ofensiva de octubre para recuperar el sueño americano y rescatar a la clase media".

Pero la nota final la ha pulsado el propio presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien ha reconocido que las manifestaciones de protesta "anti-Wall Street" son la expresión del "descontento" ante la difícil situación económica del país y las prácticas de los bancos.

“Ví (las manifestaciones) en la televisión y pienso que expresan el descontento que sienten los estadounidenses", apuntó Obama, en clara alusión a la forma en que afectaron a la opinión pública las prácticas de los directivos de los grandes bancos, sector donde se originó la crisis financiera. Y precisó:

“Todavía se puede ver a los mismos que actuaron en forma irresponsable, tratando de obstaculizar los esfuerzos para eliminar las prácticas abusivas que originaron este problema".

Ayer en la plaza Tahrir de El Cairo se encendió la mecha de las revueltas que se propagaron por el norte de África, dando inicio a lo que se conoció como la “primavera árabe”, que continuó en la Plaza Verde de Trípoli y en la de Al Taguir, en Saná, Yemen. Los acampados de la Puerta del Sol de Madrid y los manifestantes de la plaza Syntagma de Atenas trasvasaron el reclamo a sus respectivas sociedades al tiempo que relanzaban un mensaje que ahora ha sido recogido por los acampados del parque Zuccotti de Nueva York (bautizado Plaza de la Libertad), quienes hablan de un “otoño estadounidense”.

Curiosamente, el vicepresidente Joe Biden ha destacado que el movimiento “anti-Wall Street” tiene mucho en común con el “Tea Party”, que desde el otro extremo del espectro político estadounidense exige también el regreso del sueño americano.

Muy rara vez coinciden siquiera en un punto intereses tan opuestos como los de aquellos que protestan contra el sistema financiero, los que claman por el rescate de los valores más conservadores y un presidente que ha salvado de la quiebra al sistema bancario.

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