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La Política y el Coronavirus


Un oficial de la policía se protege ante un posible contagio del coronavirus en la Ciudad Prohibida, en Pekín, el 25 de enero del 2020.
Un oficial de la policía se protege ante un posible contagio del coronavirus en la Ciudad Prohibida, en Pekín, el 25 de enero del 2020.

Aquellos que niegan que la política tenga incidencia en el conjunto del quehacer humano, deberían analizar la profunda e inmensa repercusión de la pandemia del coronavirus y la particularidad de que se originara en un país regido por una dictadura férrea donde la medicina y las estadísticas están enmarcadas en postulados ideológicos.

Siempre nos preguntaremos hasta qué punto el absolutismo chino minimizó el brote de COVID-19 y cuál fue el nivel de censura y represión impuesto contra los profesionales de la salud que procuraron informar sobre la catástrofe que se avecinaba.

Hay que tener presente el caso del médico Li Wenliang, reprimido por alertar tempranamente los peligros del coronavirus. La policía lo silenció y los censores intentaron ocultar su fallecimiento.

También es emblemático el cronograma de la epidemia publicado por la agencia oficial de noticias, Xinhua. Esta lista de acontecimientos dice que el brote ocurrió en Wuhan a finales de diciembre, aunque los doctores chinos dicen que el primer caso se detectó antes, al principio de mes.

Otro ejemplo de censura en materia de salud pública es que la autora residente de Wuhan, Fang Fang, está siendo acosada por jóvenes en plataformas digitales maoístas y por funcionarios del Partido Comunista por querer publicar un libro sobre sus experiencias durante la cuarentena impuesta en la ciudad donde comenzó esta crisis mundial de salud.

Un factor a tener en cuenta es la reacción del régimen chino a declaraciones del diputado costarricense Dragos Dolanescu sobre la aparición del coronavirus en China y Taiwán. El congresista Dolanescu mencionó la demora de Pekín para controlar el virus, a diferencia de la República de Taiwán que en muy poco tiempo detuvo la crisis. Sin dudas, el coronavirus es un tema sensible para las autoridades chinas, casi tanto como Taiwán. Hasta la Organización Mundial de la Salud tiene dificultades a la hora de reconocer los logros de Taiwán, ya que el gobierno chino prefiere guardar silencio sobre los éxitos de la isla.

Los regímenes comunistas son capaces de cualquier abuso contra la población por tal de obtener ventajas. Los poderes que se iluminan en ideas comunistas, el chino, el soviético y el castrista, han impuesto por décadas la cultura del campo de concentración y de la represión brutal contra quienes disienten. Ellos aplican un manto de silencio sobre las consecuencias de cualquier catástrofe, recordemos Chernóbil, o simplemente, culpan a terceros de sus fracasos. ¿Alguna vez un periodista cubano le hizo una pregunta incómoda a un funcionario castrista?

Para estos regímenes la educación es un instrumento de control, no obstante, la salud lo es muchos más. El sistema sanitario es manipulado en todas sus instancias. Los profesionales del sector están prácticamente militarizados y el servicio a prestar, sometido a la voluntad de un funcionario político.

Recordemos que en los días del Éxodo del Mariel, a varias de las personas que fueron heridas por las turbas castristas se les negó la atención médica en Santa Clara y otras ciudades. Asimismo, Amnistía Internacional ha criticado al régimen de Daniel Ortega por negar servicios médicos a manifestantes antigubernamentales.

El régimen castrista tiene una rica experiencia en eso de reprimir médicos que denuncian situaciones relacionadas con la salud en la Isla. Hace varios años el ya fallecido doctor Darsi Ferrer Ramírez publicó un informe titulado, “Las autoridades sanitarias y la complicidad del silencio”, en el que se aprecia cómo la política castrista manipula cualquier información sobre la salud que ponga en dudas la calidad sanitaria cubana.

El doctor Ferrer, en un documental del cineasta Wenceslao Cruz, titulado “Mito y Realidad de la Medicina en Cuba”, expresó: “en el servicio médico hay una amplia y profunda corrupción como consecuencia de las injusticias del sistema, los pacientes no cuentan con derechos ante una mala práctica. El llamado internacionalismo no tiene nada que ver con el humanismo, porque la dictadura a la vez que cumple un objetivo político, recibe miles de millones de dólares por la explotación que padecen los profesionales de la salud”.

Cuba viene usando la diplomacia médica desde 1963. La inauguró enviando galenos a Argelia, una práctica de doble propósito, que le produce beneficios económicos y otorga influencia y control político según el país donde operen, una gestión que ha sido denunciada por organismo internacionales por no respetar los derechos de esos profesionales.

Todo parece indicar que la República Popular China va a incursionar en el cometido castrista de exportar médicos. De hecho ambos países intercambian profesionales. La “potencia médica” cubana debe estar trasmitiéndoles a los asiáticos sus experiencias en el negocio (de miles de millones de dólares anuales) de la medicina, así como les ha traspasado a los represores venezolanos sus modos en la gestión policíaca.

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    Pedro Corzo

    Pedro Corzo, Santa Clara, 1943. Trabajó en Radio Martí desde 1998 hasta el 2021. Conferencista y escritor. Residió en Venezuela durante doce años y colaboró allí en varios medios de información.

    Es presentador del programa Opiniones de WLRN, Canal 17 y columnista de El Nuevo Herald. Ha producido varios documentales históricos, entre ellos Zapata, Boitel y Los Sin Derechos.

    Entre sus libros se cuentan Cuba, Cronología, Perfiles del Poder, La Porfía de la Razón, Guevara Anatomía de un Mito,  Cuba, Desplazados y Pueblos Cautivos y El Espionaje Cubano en Estados Unidos. 

    En mayo del 2017 recibió la Medalla de la Libertad que otorga el gobernador del estado de la Florida.

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