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El hombre del Che


En la isla aparecieron hombres nuevos que cada día se percatan mas de las ausencias de libertades, del ciclo represivo del gobierno que un día afirmó a los cuatro vientos que cuidaría de los cubanos, cuando en todos estos años lo único que hace es separar mas a la sociedad, acabar con los recursos naturales del país, destruir las infraestructuras solo para que un grupúsculo de elegidos gerónticos permanezcan en el poder absoluto y total del país.

Tal vez Ernesto “Che” Guevara entre el mordisqueo furioso a un cabo de tabaco medio apagado, estimulado por el recuerdo de los cientos de fusilamientos que autorizó en la Cabaña para eliminar el viejo orden y con una reacción sicótica por una dosis extra de salbutamol para su agónica asma, fue que vislumbró su opera prima, su aporte teórico mas importante a la causa del socialismo castrista: el hombre nuevo.

Quizás la idea le ocurrió después de intoxicarse de manera febril con los textos y el pensamiento del viejo Mao Tse Tung, y en especial su “Libro Rojo”, el Corán de los maoístas, sobre todo en esta parte que afirma:

“Hay que dominar la teoría marxista y saber aplicarla; dominarla con el único objetivo de aplicarla. Si usted puede aclarar uno o dos problemas prácticos desde el punto de vista marxista-leninista, merecerá elogios y podrá decirse que ha logrado algunos éxitos. Mientras más problemas aclare y más amplia y profundamente lo haga, mayores será sus éxitos”.

¡! Ahí está! – Se dijo iluminado - !!macanudo!!, eso es lo que me falta, aclarar la tesis que Mao comenzó en 1917 cuando fundó la Nueva Asociación de Estudios por el Hombre Nuevo que tuvo gran influencia en todo un período y formó cuadros dirigentes del futuro Partido Comunista chino.

¡Ah! Como amaba a Mao y dijeran lo que dijeran para quitarle su fervor: el ama a Mao y por eso seguía su idea.

A lo mejor todo eso le llegó de un tirón a la mente al nada humanista argentino, quien confesó al mundo el 11 de diciembre de 1964 en el pleno de la Asamblea General de las Naciones Unidas su complacencia en arrebatar vidas:

“Fusilamientos, si, hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte”, dijo sin sonrojos al mundo.

Y como fusilar era la parte activa de lo que tenían que hacer los nuevos revolucionarios del Caribe para llegar al “gran salto chino” y solo faltaba la parte teórica, la cual con sabor a mate y ritmo caribeño él se encargaría de legar a las nuevas generaciones.

¡El hombre nuevo! ¡Qué belleza de palabra! Por supuesto que sería necesario hacer algunas “cositas” con la juventud cubana para que “entendieran” bien que no había otra elección, que era hombre nuevo o hombre nuevo. Vean lo que dice nuestro iluminado sudamericano en una carta que escribió a Carlos Quijano, del semanario uruguayo "Marcha", en marzo de 1965, donde le dice lo que era necesario para hacer a ese ser nuevo y excepcional del socialismo castrista.

“Todo esto entraña para su éxito total, la necesidad de una serie de mecanismos, las instituciones revolucionarias. En la imagen de las multitudes marchando hacia el futuro, encaja el concepto de institucionalización como el de un conjunto armónico de canales, escalones, represas, aparatos bien aceitados que permiten esa marcha, que permitan la selección natural de los destinados a caminar en la vanguardia y que adjudiquen el premio y el castigo a los que cumplen o atenten contra la sociedad en construcción”.

¿Premio y castigo?, ¿selección natural?. Así mismo es. El darwinismo castrista al galope, la nueva sociedad no permite devaneos, ni temblequeras y aquellos que atenten contra su construcción – léase quienes no piensen igual o se opongan- serán castigados. No cuento las sanciones porque se conocen de sobra.

Ahora, para alcanzar ese mundo de gentes sin ideas propias, sino adoptadas por una doctrina restrictiva, hombres que solo respondieran al ordeno y mando era necesario introducirse en la educación y conformar la “verdad” del régimen. Lean lo que argumenta Guevara en la misma misiva a Carlos Quijano de 1964.

“En nuestro caso, la educación directa adquiere una importancia mucho mayor. La explicación es convincente porque es verdadera; no precisa de subterfugios. Se ejerce a través del aparato educativo del Estado en función de la cultura general, técnica e ideológica, por medio de organismos tales como el Ministerio de Educación y el aparato de divulgación del partido. La educación prende en las masas y la nueva actitud preconizada tiende a convertirse en hábito; la masa la va haciendo suya y presiona a quienes no se han educado todavía. Esta es la forma indirecta de educar a las masas, tan poderosa como aquella otra”.

¡Qué genialidad de plan! Todo se vale para lograr al hombre nuevo, ese que soportaría todo tipo de sacrificios, sería incapaz de amar los lujos burgueses y según el teórico del hombre nuevo “quien abre el camino es el grupo de vanguardia, los mejores entre los buenos, el partido”.

Lo que sucede es que después de esas especulaciones de barricada del comandante argentino-cubano y transcurridos más de 50 años muchos militantes del partido entregaron su filiación, otros fueron defenestrados por los hermanitos Castro y la peor noticia, que seguro hace toser de manera incontrolable allá por el mundo extrasensorial al fantasma del Che, es que su hombre nuevo no aparece ni en las sesiones espirituales mas acabadas del castrismo.

Bueno, si, ocurre que después de todo en la isla aparecieron hombres nuevos que cada día se percatan mas de las ausencias de libertades, del ciclo represivo del gobierno que un día afirmó a los cuatro vientos que cuidaría de los cubanos, cuando en todos estos años lo único que hace es separar mas a la sociedad, acabar con los recursos naturales del país, destruir las infraestructuras solo para que un grupúsculo de elegidos gerónticos permanezcan en el poder absoluto y total del país.

Esos hombres nuevos que persigue con verdadera saña el régimen castrista, capaces de llevar la palabra libertad a su máxima expresión, aun cuando le cueste la vida como a Orlando Zapata, son sin dudas más útiles y provechosos para esa Cuba de aspiración martiana, que sea con todos y para bien de todos, que aquel hombre nuevo socialista del castrismo con bíceps anchos para trabajar de sol a sol, incansable, con estomago reducido y cerebro manipulable, fácil de sugestionar que añoró tal vez en una madrugada de asma, alucinación y por supuesto amor por Mao, Ernesto Guevara.

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