Definitivamente el licenciado Guillermo Fariñas es un hombre de humildad singular y entrega sin límites a la hora de proteger a sus compatriotas, que ha sabido empinarse -con el riesgo de su vida- sobre la impunidad represiva del régimen castrista.
El año pasado Fariñas culminó una prolongado huelga de hambre de más de tres meses, que estuvo a punto de llevarlo a la muerte, exigiendo que el régimen castrista atendiera la salud de los 26 presos políticos enfermos del Grupo de los 75.
Este riesgoso gesto de protesta física y moral de Fariñas provocó la liberación de todos los presos políticos de la Primavera Negra del 2003, más otros, a través de la mediación oportuna de la Iglesia Católica.
Pero nuevamente Fariñas -con su rebeldía y fuerza moral- ha puesto su vida en peligro declarándose en huelga de hambre y sed, exigiendo que cesen los acosos y golpes cotidianos a los oposicionistas en toda la isla, y se juzguen adicionalmente a los culpables de la golpeadura que mató recientemente al ciudadano Juan Wilfredo Soto García en Santa Clara.
Debemos decir sin cortapisas que ante el licenciado Guillermo Fariñas, Premio Sajarov 2010, vemos a un gigante moral de la historia cubana que respeta tanto a sus semejantes, que es capaz de arriesgar una y otra vez su vida por ellos.
La historiadora e intelectual cubana, Miriam Celaya, ve con mucha preocupación la salud deteriorada de Fariñas, pero se solidariza plenamente con su actitud de reclamo justo, al igual que lo han hecho las Damas de Blanco y todo el movimiento disidente cubano.
“Sólo tengo la moral de ser del pueblo de abajo, engañado y sometido durante 52 años por los que poseen las armas, la violencia y las leyes totalitarias” dijo Fariñas desde su residencia en Santa Clara, donde se encuentra en huelga de hambre.