El ministro de Asuntos Exteriores de España, con apenas algo más de un mes en el cargo, ya ha reavivado dos de los asuntos más sensibles de la política exterior española: Gibraltar y Cuba.
El primero, una colonia británica al sur de España que siempre ha sido el talón de Aquiles de las relaciones bilaterales entre Londres y Madrid, y el segundo, el asunto cubano que para muchos españoles, más que un asunto de política exterior, es un tema interno.
En el caso de Cuba, la petición del gobierno para que se liberen a todos los presos políticos ha provocado malestar en el régimen de La Habana y el propio canciller García-Margallo le ponía acento “solicitamos que haya avances reales en materia de derechos humanos, democratización y liberación de TODOS los presos políticos”.