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De la euforia callejera y la realidad cubana


Una fila frente a una de las oficinas donde entregan pasaportes en La Habana, Cuba
Una fila frente a una de las oficinas donde entregan pasaportes en La Habana, Cuba

Pero ojo, pongamos todo donde va, no debemos confundir esta euforia callejera con la realidad cubana

Hoy lunes muchas agencias noticiosas pondrán especial atención sobre la puesta en vigor de la esperada flexibilización migratoria que elimina restricciones para los viajes de los cubanos al exterior.

Es lógico, aunque dudo que “la prohibición de salida” deje de ser aplicada por el Gobierno cubano como control, sanción o medida coercitiva para con esos ciudadanos que ahora no mencionaré porque usted conoce bien; es interesante saber que los cubanos puedan ya (al menos, según la ley), viajar al exterior sólo con su pasaporte en regla y, si corresponde, el visado que les exija el país de destino.

Pero ojo, pongamos todo donde va, no debemos confundir esta euforia callejera con la realidad cubana. El Gobierno, utilizando esta medida como antidepresivo para tiempos de desolación, está devolviendo a sus dueños lo que nunca les debió robar, el derecho elemental de migrar, y de viajar al exterior. No es un cambio de política, es metamorfosis kafkiana.

La limosna es buen negocio. Es cierto que dicha medida parece un acto de generosidad, pero es puramente económico. Sólo estamos presenciando otro acostumbrado aquelarre de marketing y engaño, organizado por las mismas personas que llevan años traficando inmisericorde con la ilusión del pueblo cubano.

Hagamos un poco de historia. Hace un tiempo la baja demanda de pasajeros y la pésima dirección del país, causaron un fuerte impacto en los costos operacionales de Cubana de Aviación. El transporte aéreo del país estuvo completamente en quiebra. Cuba se quedó sin aviones y tuvo que vender su cielo, sus rutas transoceánicas y domésticas.

Fue entonces cuando empresarios extranjeros (y cubanos exiliados) ayudaron a resucitar un muerto que no quería cerrar los ojos. Poco tiempo duró el bienestar matrimonial de estas compañías foráneas con la monarquía verde olivo que, al sentirse reanimada pero muy presionada por campañas internacionales, e intensa y voraz en ambiciones, recordó que su “business” no estaba en el precio de la carta de invitación, la tarjeta blanca o el permiso de salida, sino en las jugosas ganancias que le puede reportar la venta de pasajes en régimen de monopolio.

Como bien dice el refrán “El gallo nunca se acuerda cuando fue pollo”. Es por ello que hoy, con la obscena cantidad de millones de dólares anuales que llegan desde Venezuela, Cuba restaura su parque de aviación y estimula, a través de “la aprobación de esta maniobra migratoria publicitada como decencia humanitaria”, un flujo urgente de viajantes desesperados obligados a comprar pasajes de ida y regreso.

Y, siendo mal pensado, quizás por eso el pasado noviembre les retiraron los permisos de viaje a las agencias Airline Brokers, cuya compañía operaba siete vuelos semanales desde los aeropuertos de Miami y Fort Lauderdale hacia La Habana y Cienfuegos; y a C&T Charters.

¿Les parece casual que, después de que miles de cubanos se han nacionalizado españoles, el viernes 7 de diciembre el gigante Iberia anunciara la cancelación de sus vuelos a Cuba por poco tráfico de pasajeros con destino a España?

No, todo es cuestión de dinero. Yo no necesito ir hasta África para conocer a estos buitres que de la cruz, prefieren los clavos.
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