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Manuel Vázquez Portal / Gobierno cubano no subsidia, explota


El gobierno castrista llama subsidio a lo que paga con la plusvalía que obtiene como único empleador.

Siempre me ha llamado la atención la displicencia con el gobierno cubano ha hablado de subsidios y gratuidades otorgadas al pueblo. Es como si, primero, al Estado, y luego, al Gobierno, el dinero les bajara del cielo por acción divina, o como si ambos estrados fueran los entes productivos de bienes y servicios del país.

Desde que comenzara la algazara del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, que concluyera el martes en La Habanas, sin que se sepa a ciencia cierta cuáles serán sus resultados a corto plazo, y con la afirmación de Raúl Castro de que sus reformas no permitirán en ningún caso la acumulación de propiedades, he pensado que el problema fundamental de Cuba se mantendrá inalterable.

Los gobernantes cubanos parecen haber olvidado que el Estado es un concepto político que se refiere a una forma de organización social, política, soberana y coercitiva, formada por instituciones, y que sólo tiene el poder de regular la vida nacional en un territorio determinado y debe ser reconocido por la comunidad internacional.

Parecen haber olvidado también que el Gobierno, en general, son las autoridades que dirigen, controlan y administran las instituciones del Estado, el cual consiste en la conducción política general o ejercicio del poder del Estado.

En sentido estricto, se entiende por Gobierno al órgano que puede estar formado por un Presidente o un Primer Ministro y un número variable de Ministros, al que la Constitución atribuye la función o poder ejecutivo y que ejerce el poder político sobre una sociedad. Por supuesto que existen otras fórmulas de gobernación pero ya no entran en la clasificación de gobierno en sí, y pueden llamarse, sultanatos, reinados, dictaduras, tiranías, satrapías.

En términos amplios, el gobierno ejerce las diversas actividades estatales, denominadas comúnmente poderes del Estado, y lo hace por un período limitado que tiende a identificarse con la actividad -y transferencia- del partido triunfador en elecciones libres.

El Gobierno no es lo mismo que el Estado, pero está vinculado a éste por el ejercicio del poder. El gobierno pasa, cambia, mientras que el Estado permanece idéntico.

Claro que estos conceptos generales no se ajustan desde hace medio siglo a la realidad cubana donde Estado/Gobierno/Partido único y Máximo Líder se han fusionado de tal modo que se han convertido en un solo ente de poder.

Desde esa arbitraria mixtura los conceptos pueden manejarse a conveniencia y el líder puede ser lo mismo Estado que Gobierno que Partido o viceversa, y así los descalabros pueden descargarse sobre los entes y las victorias sobre el líder.

Las épocas de prosperidad -no importa si subvencionadas por una potencia extranjera- son, en todas las ocasiones, adjudicadas al líder, mientras, la acumulación de descalabros son endilgadas a desajustes del Gobierno, o el Estado, o el tipo de sistema a que responden ambos.

Ahora, habría de verse que son los subsidios para entender por qué hablo de displicencia por parte del gobierno cubano cuando se refiere a ellos.

En el más corriente de los lenguajes económicos, los subsidios son aplicados para estimular artificialmente el consumo o la producción de un bien o servicio. Son los mecanismos contrarios a los impuestos.

La aplicación de subsidios específicos al consumo o a la producción de un producto cualquiera, tiene su origen en la intención de los Estados de alcanzar metas sociales, o bien favorecer a determinadas personas, actividades o zonas de un país.

El susidio suele ser otorgado por el Estado a las empresas privadas, con el fin de evitar que posibles aumentos de tarifas lleguen a los consumidores finales de los productos o servicios que ellas proveen, y así proteger la economía regional, principalmente de períodos inflacionarios.

Un subsidio es la diferencia entre el precio real de un bien o servicio y el precio real cobrado al consumidor de estos bienes o servicios.

Al subsidio, que cuando el Gobierno paga directamente una parte del servicio a algunos consumidores, se le llama subsidio directo, y quizás de ahí provenga la idea castrista de que subsidian las necesidades de la población.

La pregunta entonces es, ¿de dónde obtiene el Estado -en el caso cubano, el Estado/Gobierno/Partido único/Máximo líder, el dinero para subsidiar?

Los Estados normales se proveen de fondos para subsidios por medio del sistema tributario, es decir, a través de los impuestos, que no son más que obligaciones pecuniarias en favor del acreedor tributario, regido por derecho público.

Los impuestos en la mayoría de legislaciones surgen exclusivamente por la potestad tributaria del Estado, principalmente con el objetivo de financiar sus gastos.

Los impuestos son cargas obligatorias que las personas y empresas tienen que pagar para financiar al Estado.

En síntesis, sin los impuestos el Estado no podría funcionar, ya que no dispondría de fondos para financiar la construcción de infraestructuras, prestar servicios públicos como salud, educación, defensa, sistemas de protección social y otros.

Ello indica que los Estados, como ente de poder, no son productivos. La producción de bienes y servicios depende de las empresas y de los ciudadanos.

Luego, en un país donde todas las empresas son estatales y todos los ciudadanos son empleados del Estado, no puede existir sistema tributario alguno, ni existe el tal subsidio. Con el resultado de la explotación de toda la ciudadanía es que ese Estado se sustenta a sí mismo, y hace creer que protege a sus gobernados.

La nueva variante del cuentapropismo, que podría definirse como un menesteroso capitalismo embrionario, privado de toda acumulación de propiedades, capital o riqueza -como consta en las actas finales del VI Congreso- con que pretende el gobierno cubano librarse de lo que ellos llaman subsidio, no viene más que crear una nueva vía de explotación: los extorsionantes impuestos con que asfixiarán a las pequeñas empresas a surgir.

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