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Comerciar con EEUU, una tarea de los militares cubanos


Del EJT recogiendo café
Del EJT recogiendo café

La respuesta gubernamental isleña, es falsear la trama y confundir a las instituciones estadounidenses.

Cuando el Departamento de Estado de los Estados Unidos actualizó la Sección 515.582 del Reglamento de Control de Activos Cubanos (CACR), que establece que bienes y servicios producidos por empresarios cubanos independientes en la isla pueden ser exportados a Estados Unidos; ya hacía mucho tiempo, el gobierno de Cuba tenía a modo de experimento, una perspicaz estrategia que hoy aplica y bautizó con el enfático nombre de “Operación asociativismo y cooperativización de las tropas productivas”. No es transparencia, se trata de publicidad.

La medida del gobierno americano es ofrecer nuevas y mejores oportunidades de negocio al sector privado cubano. La respuesta gubernamental isleña, es falsear la trama y confundir a las instituciones estadounidenses. Ya lo cité en el párrafo anterior, ahora hay que darle forma al muñeco; el plan es sencillo, transformar cuerpos militares que forman parte de las tropas terrestres productivas de las FAR, en pequeños y falsos grupos de productores independientes.

Entre las habilidosas acciones que realiza el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Cuba para hacer de sus exportaciones una moneda política, se destaca el cambio de unidades del Ejército y Plan Turquino destinadas a la producción de café, cacao, caña de azúcar, cultivos varios, desarrollo pecuario, actividades forestales y servicios; que desde ya, están siendo traspasadas como entidades civiles ficticias, creadas bajo el perfil de cooperativas privadas, claramente dirigidas por sargentos y/o tenientes de las diferentes direcciones provinciales.

Como ejemplos concretos de este disfraz, sobresalen una granja cafetalera del municipio El Salvador, dos de Yateras y una de Maisí, que hasta ayer pertenecían a la Jefatura Territorial militar de la provincia Guantánamo, y actualmente aparecen registradas como asociaciones campesinas.

Lo mismo sucede en Santiago de Cuba. Dos granjas de café del municipio III Frente y dos del II Frente, se encuentran en fase de enmascaramiento documental para demostrar y convencer su “independencia empresarial”.

En Granma, varias fincas de café están en similar proceso de subvertir documentación, cuatro en el municipio Buey Arriba, dos en Guisa y una en Bartolomé Masó. Y en Cienfuegos, lo mismo, sendos campos cafetaleros en el municipio Cumanayagua, pretenden pasar de la gorra verdeolivo al sombrero de yarey.

Resulta curioso escuchar que, de la noche a la mañana, estas nuevas organizaciones económicas empresariales, que supuestamente funcionan independientes del Estado, cuentan entre sus activos con equipos de tecnología de punta como despulpadoras de café (recién importadas), buldócer y camionetas, además de la desinteresada colaboración de campamentos del EJT, que, de manera “voluntaria”, están dispuestos a suplir el déficit de la fuerza de trabajo cafetalero en la isla.

Lo que se pretende con esta idea es camuflar pelotones de soldados, bajo una fachada muy bien diseñada de asociaciones obreras con autonomía de gestión para exportar, sin peros, el producto a Estados Unidos. Y mantener, sin sobresalto, las posesiones y el poder de las posiciones.

Por el momento, los militares cubanos han puesto especial interés en el rubro del café.

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    Juan Juan Almeida

    Licenciado en Ciencias Penales. Analista, escritor. Fue premiado en un concurso de cuentos cortos en Argentina. En el año 2009 publica “Memorias de un guerrillero desconocido cubano”, novela testimonio donde satiriza  la decadencia de la élite del poder en Cuba.

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