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La calle manda


Ostentación: Parte de su dinero lo obtuvo Gilbert Man de fraudes con tarjetas de crédito en EEUU.
Ostentación: Parte de su dinero lo obtuvo Gilbert Man de fraudes con tarjetas de crédito en EEUU.

Corrupción policial, predominancia del dinero sobre la ideología o el sentido del deber "revolucionario", el daño colateral que está sufriendo el Raulismo, las verdaderas fisuras de su poder real.

A pesar de los dimes y diretes, relaciones, conversaciones y disertaciones, algunas cosas están realmente cambiando en Cuba. Estos cambios no suceden generalmente en el ámbito macro político, sino en la esfera más bien micro política, mucho más concreta y realista que las grandes mesas de negociaciones, donde se discuten cosas que los cubanos ni ven, ni comen.

Si no, que le pregunten al cantante de hip-hop Gilbert Man, que en un abrir y cerrar de ojos pasó de ser un "hombre de negocios atraído por el olor de la Isla", como él mismo se definía, a una posible pieza de sacrificio en el altar del nuevo marco de relaciones Cuba-Estados Unidos. El "artista", prófugo de la justicia norteamericana que vivía en Cuba a todo tren, y legalmente con carné de identidad, fue arrestado con un aparatoso despliegue que incluyó el empleo de fuerzas elite del Ministerio del Interior en vez de la policía. La cosa no huele bien para El Man.

Si yo fuera Assata Shakur (Joanne Chesimard), estaría seriamente preocupada. Si esto es con un ciudadano cubano, que aportó millones de dólares por su "refugio", ¿qué queda para una ciudadana estadounidense? En este nuevo marco de relaciones, ésta es un área donde el régimen puede ceder sin mostrar debilidad ideológica ante la población.

El modus operandi del arresto indica la intención del régimen de mostrar una aparente disposición de actuar con firmeza en el caso de los fugitivos de la justicia estadounidense refugiados en Cuba. Por otra parte, el uso de estas tropas elite pudiera indicar también una falta de confianza en la PNR (Policía Nacional Revolucionaria), por los casos cada vez más frecuentes de corrupción, que muy patéticamente trata de paliar el diario Escambray de Villa Clara, con un reporte donde muestra "compasión" por los agentes que a menudo reciben ofertas monetarias por hacerse de la vista gorda. En el nuevo orden raulista lo que cuenta es el cash, y el billete está en la calle.

Todo se trafica, hasta las redes. Recientemente se ha dado a conocer la existencia dentro de la Isla de SNet (Street Net, red callejera), una red privada capaz de conectar a más de 9.000 computadoras en Cuba al margen del Gobierno. Autofinanciada, autosuficiente y plenamente operativa, es un ejemplo de lo que se puede hacer cuando se cuenta con la visión apropiada. Este tipo de acciones muestran un patrón que podría ser imitado por la oposición no violenta, para conectar a sus diferentes actores y generar iniciativas conjuntas y, a partir de ahí, conectar también a gente de pueblo que pudiera sumarse a ellas.

El caso de SNET es la tercera noticia de este tipo que sale a la luz en los últimos dos meses, tras los casos de jóvenes en Villa Clara y Guantánamo realizando esfuerzos similares aunque no tan amplios. Como diría James Bond, "la primera vez es casualidad, la segunda coincidencia, la tercera es enemigo en acción". El régimen conoce que su verdadero enemigo es el poder en números, por eso arrestó a los jóvenes en Villa Clara y Guantánamo. Lo que demuestra SNET es que las movidas ciudadanas no oposicionistas marchan a un nivel más avanzado, con una visión más enfocada al interior de la Isla, y con una mayor independencia de acción y medios, lo que las hace más difíciles de neutralizar.

Corrupción policial, predominancia del dinero sobre la ideología o el sentido del deber "revolucionario", redes nacionales de mercado negro, tanto de alimentos como de bienes de consumo e información. Todo esto forma parte del daño colateral que está sufriendo el Raulismo, las verdaderas fisuras de su poder real.

Estos no son hechos aislados o fortuitos, sino toda una tendencia que debería ser observada y asimilada por la oposición, en vez de crear espacios macro políticos ajenos al lenguaje y los intereses del cubano de a pie.

Montarse en las tendencias callejeras es la mejor manera de conectarse con la población, utilizando los medios y códigos a través de los cuales ésta se informa y habla consigo misma. Cuando este mandato de la calle se convierta en la agenda opositora, el cambio comenzará a moverse como debe ser, de abajo hacia arriba.

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