Enlaces de accesibilidad

Lo que no adelanta retrocede


HISTÓRICA REUNIÓN ENTRE EL PRESIDENTE DE EEUU, BARACK OBAMA Y DE CUBA, RAÚL CASTRO
HISTÓRICA REUNIÓN ENTRE EL PRESIDENTE DE EEUU, BARACK OBAMA Y DE CUBA, RAÚL CASTRO

Para que la Revolución Mexicana de 1910 desembocara en Vicente Fox hubo de transcurrir 90 años, mientras que la evolución de la Revolución Rusa de 1917 tardo 74 años en desovar a Borís Yeltsin como primer presidente de Rusia.

La presente situación de los cubanos dispuestos a mantenerse fieles a los principios que les trajeron al exilio, aunque ello signifique quedar al margen del proceso iniciado por la Casa Blanca, podría concretarse en pocas palabras: Lo que no adelanta retrocede. Impelidos por el fervor patriótico de la juventud inexperta e idealista no podíamos percibir que después del fiasco de bahía de Cochinos y el manto protector extendido sobre Cuba por el pacto Kennedy- Kruschev, la permanencia del régimen absolutista cubano era irreversible. A partir de entonces se hizo cada vez más más difícil disponer de una base de operaciones en cualquier lugar del hemisferio y una acción armada desde Estados Unidos podía acarrear fuertes sanciones a los
intrépidos expedicionarios.

Sólo un puñado de viejos guerreros persistió en la defensa de una causa perdida por los caminos del mundo, mientras que el incómodo diferendo de Washington y La Habana se transformaba de cambio de régimen en política partidista interna de Estados Unidos. A partir de entonces se aplicó a Cuba la política de contención recomendada por George Kennan en el caso de Rusia, a la espera de una solución biológica dentro y fuera de la isla.

Esperar con salomónica paciencia la extinción de las élites a favor y en contra de una Cuba medianamente pluralista, lejos todavía de una democracia formal con separación de poderes, pero un país al menos con cierto grado de vínculo, a largo plazo, con los fundamentos de la modernidad o desestabilizar a Cuba se convirtió entonces en una política de Estado inspirada en el interés nacional de Estados Unidos de evitar un nuevo Mariel o verse arrastrado a intervenir en la isla ante un colapso del régimen cubano. Era sólo cuestión de esperar a que el tiempo deslindara los campos; la cúpula gobernante cubana no tiene reemplazo pero tampoco lo tiene el
exilio histórico. Cuba va a cambiar, pero no volverá a ser lo que era ni lo que es.

La anomalía de un país netamente europeo ha llegado a su fin, por vez primera Cuba en apariencia y contenido ocupa el lugar que le corresponde en el Arco de las Antillas, con una nueva composición demográfica representada por el vigor híbrido del mestizaje. A medida que retrocede la cultura anarquista y comunista heredada de la colonia y más tarde de la Guerra Civil española, adelanta el proceso destinado a culminar en una Cuba presidida por un negro. Pero no hay que precipitarse: Para que la Revolución Mexicana de 1910 desembocara en Vicente Fox hubo de transcurrir 90 años, mientras que la evolución de la Revolución Rusa de 1917 tardo 74 años en desovar a Borís Yeltsin como primer presidente de la Federación de Rusia. Si pensamos que Cuba ha transitado por ese camino sólo 56 años, podemos deducir que probablemente le falta un buen trecho por andar.

Entonces, ¿por qué empeñarse en mantener una posición intransigente con relación al reconocimiento diplomático de Estados Unidos cuando es evidente que la cúpula gobernante de la isla no puede frenar la evolución del proceso cubano? Muy sencillo: porque estamos comprometidos con la historia, con nuestros muertos, con los valores y tradiciones de nuestros antepasados, con la ética de hombres y mujeres que lo perdieron todo a manos de una banda de resentidos traumatizados por la intervención de Estados Unidos en la guerra de independencia de Cuba.

Barack Obama afirma que no esta interesado en batallas que empezaron cuando él no había nacido, argumento falaz, porque a él sí le duele la lucha por los derechos civiles de los negros en Estados Unidos, aun cuando esas batallas empezaron cuando él no había salido del vientre materno. Ser consecuentes con la causa que nos trajo al destierro no responde a una cuestión de extrema derecha ni de barreras psicológicas levantadas por la obsesión sino de integridad moral, aunque haya que pagar un precio muy elevado.

XS
SM
MD
LG