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La política de contención


Dos empleadas acomodan una bandera estadounidense en el hotel donde llegó una comitiva de senadores de EE.UU.
Dos empleadas acomodan una bandera estadounidense en el hotel donde llegó una comitiva de senadores de EE.UU.

¿Qué le depara a Cuba el futuro? Los caracoles tienen un venerable conocimiento tradicional a priori que se conjuga con el conocimiento empírico de cara al mañana.

Dwight D. Eisenhower fue el primero y el último presidente norteamericano que tomó en serio la instauración de un régimen comunista en Cuba y dispuso dar inicio a los preparativos para conjurar lo que ya despuntaba como un futuro problema regional.

Su sucesor, John F. Kennedy, no fue capaz de llevar a buen término la medida preventiva diseñada por Eisenhower, dando paso a un lamentable proceso que colocó al mundo al borde de un holocausto nuclear.

A partir de entonces, Estados Unidos puso en práctica la estrategia de contención formulada por George F. Kennan en 1946 para frenar la amenaza soviética, lo cual equivale a un reconocimiento implícito de la permanencia del régimen castrista en el poder, formalizado ahora con la reanudación de relaciones diplomáticas. Que este proceso resultara inexplicable al principio por inédito tanto como por su inherente complejidad nos absuelve de falta, pero no nos exime de responsabilidad con relación al futuro de Cuba.

Desde José Martí en 1895 hasta José Miró Cardona en 1961, los cubanos han pretendido hacer la guerra desde Estados Unidos (yo incluido) sin prestar demasiada atención a la política exterior de este país, adecuada a sus propios principios, no a los intereses de Cuba ni de los cubanos. No obstante, los cubanos de las dos orillas tienen una deuda moral con este país: Los de acá, porque Estados Unidos nos abrió las puertas cuando no teníamos casa, comida ni vestido; los de allá, porque a pesar de tantos insultos y agresiones, Estados Unidos los recibe ahora como al hijo pródigo para que vistan, alimenten y cobijen a sus familiares en la isla. Cuando se ha perdido la vergüenza todo es posible.

Me temo que hemos aprendido muy poco. Cuando los norteamericanos abandonaron la Brigada 2506 en Bahía de Cochinos, el abogado cubano Mario Lazo escribió un libro con el sugestivo título, "Daga en el Corazón". Cuando Nikita Krushev ordenó retirar los misiles soviéticos instalados en Cuba, los cubanos marcharon por el malecón coreando la consigna, ¡Nikita, Nikita, lo que se da no se quita! Hoy, sin embargo (sólo como ilustración), los Marco Rubio del lado de acá dictan cátedra en el Capitolio de Washington, y los Alejandro Castro Espín del lado de allá presentan libros en Moscú. Cuba es una desdichada isla que ha perdido su identidad.

¿Qué le depara a Cuba el futuro? Los caracoles tienen un venerable conocimiento tradicional a priori que se conjuga con el conocimiento empírico de cara al mañana. Estados Unidos sabe que el pueblo cubano, con o sin Castro, es un pueblo en fuga; si los carceleros se ausentan y las puertas se abren (ya lo vimos en 1980) puede ocurrir un éxodo catastrófico o disturbio interno de tal intensidad que Washington podría verse forzado a intervenir por considerarlo una amenaza a su seguridad nacional. Yo no estoy de acuerdo con la reanudación de relaciones diplomáticas con Cuba, pero entiendo la política de contención de Estados Unidos.

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