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Sin cubanas no hay país


Archivo. Las Damas de Blanco son hostigadas por una turba de 200 seguidores del Gobierno cubano durante una marcha en el centro de La Habana, Cuba, por el Día Internacional de los Derechos Humanos.
Archivo. Las Damas de Blanco son hostigadas por una turba de 200 seguidores del Gobierno cubano durante una marcha en el centro de La Habana, Cuba, por el Día Internacional de los Derechos Humanos.

No es prematuro anunciar un nuevo día: las cubanas mandarán. No queda de otra. Y no será Mariela Castro, que es tan machista como padre y tío.

Como un disco rayado, vengo repitiendo “sin cubanas no hay país” desde hace muchos años. Es mi lema en el programa Con voz propia…. Por ahí lo describen como mi monotema. El monotema me ha abierto foros, anotado adversarios, garantizado exclusiones. No es fácil eso de defender los derechos de las mujeres, hablar de equidad, exigir participación y respeto, predicar el fin del machangato.

Mientras aceptemos ser “las muchachitas” – aquí y allá- se nos seguirá manipulando, ninguneando, subestimando. A las muchachitas no se les toma en serio, se les resta importancia, vigencia, protagonismo, seriedad. Cuando imponemos cerebro y análisis, cero relajito o apretones de nalgas, y nada de preparer café en las reuniones o tomar notas, las mujeres caemos mal.

En el exilio, lo peor que puede pasar es una puerta cerrada y el sanbenito de “meretriz o lésbica”, sustantivos que higienizan el resentimiento crudo con que se arremete contra nosotras. Pero en la isla se cierran más que las puertas: se cierra el barrio, el trabajo, la Universidad, el hogar, la reja de un calabozo, la vida misma. Lo peor es lo peor: que te llamen escoria, traidora, mercenaria, agente del enemigo.

Se reparten palizas, golpes, el derecho a ser arrastradas por la calle, la cárcel… y la tortura sicológica de ver amenazados a hijos e hijas. Se reparte terror y muerte. Mete miedo ese país patriarcal, de hombres y mujeres machistas. De inquisición y censura, de paredón y asesinato.

Por suerte hay hombres solidarios, y mucho estrógeno para enfrentar tiranos. De eso se trata: ¡Ovarios contra tirano!

No es prematuro anunciar un nuevo día: las cubanas mandarán. No queda de otra. Y no será Mariela Castro, que es tan machista como padre y tío. Tan machista como era su madre, jefa manipuladora de millones de cubanas. Que nadie se crea el cuento del paraíso femenino tropical. No sera la Mariela la que ordene y mande, porque ya presentaron al elegido, al futuro Bonitillo-en-Jefe, blanco, rubio y testosterónico para un país mayoritariamente femenino y afrodescendiente. Le ronca el mango y los mameyes. Pero todo va a cambiar: ¡las mujeres mandarán, con mayor cordura, cero instinto faraónico, con más equilibrio y bienestar!

El futuro lo diseñarán las cubanas. Lo están articulando ya. El futuro es de Yoani Sánchez, de los y las jóvenes de su Y-Generación, de los blogs, la internet, la información irrestricta y la comunicación digital. El país desbordado tuiteando hasta por los codos. Cuba, país de 12 millones de habitantes sera el país de 12 millones de teléfonos móviles, 12 millones de cuentas Facebook, 12 millones de internautas.

El futuro lo está forjando Berta Soler –como antes Laura Pollán- y esas valientes Damas de Blanco, herederas de las feministas que hace un siglo lucharon contra el colonialismo, y luego contra Machado, y después contra Batista, y ahora contra la última mafia. El futuro lo está transparentando Rosa María Payá, tocando puertas por el mundo entero con su vareliana verdad en la mano, en busca de justicia para dos buenos hombres asesinados por la satrapía, y para 11 millones de cubanos y cubanas.

El futuro de Cuba lo está gestionando la licenciada Laritza Diversent y sus colegas abogadas que arriesgan su tranquilidad y alzan conciencia sobre lo que es un verdadero estado de derecho. El futuro lo está reordenando Yris Tamara Pérez Aguilera y el Movimiento Femenino de Derechos Civiles “Rosa Parks”. Lo están redefiniendo Tania García y Gloria Llopis, desde su activismo social y político “Nuevo país” por la democracia y la integración racial y el empoderamiento de las mujeres en una sociedad libre de violencia de género.

El futuro poder feminista cubano lo están trillando las valientes mujeres que integran FLAMUR (Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales, capítulo de Cuba) y su directora, Nayimis Jiménez Corrales, recién liberada luego de casi seis meses presa en Manto Negro, a través de la campaña nacional “Con la misma moneda” que exige al gobierno cubano desde hace casi una década el retorno a una sola moneda y el fin de la discriminación económica.

El futuro lo están humanizando Leanes Imbert y los hombres y mujeres del Observatorio de Derechos LGBT que a nivel de base luchan por una sociedad democrática libre de homofobia y tolerante de las diferencias sexuales. El futuro de Cuba lo está mejorando la educadora y artista Iris Ruiz, con sus seis hijitos a cuestas en las fabelas de Alamar, allá en La Habana del Este, donde el hip hop (Omni Zona Franca, Poesía sin fin) eleva la protesta y canta “¡Libertad!” a los cuatro vientos. El futuro está ganando en dignidad y vergüenza con Sonia Garro, activista comunitaria de Marianao, guía docente de niños y niñas que hace un año permanece presa por el delito de echar su suerte con los más pobres de su tierra.

El futuro de Cuba se conjuga en femenino.En el monte y en el llano. En el batey y en la ciudad. En la isla y extramuros. Sin cubanas, no hay país. Sin cubanas, no hay país.
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