Enlaces de accesibilidad

Acuerdo con la FARC: Santos y Uribe


Foto de archivo del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.
Foto de archivo del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.

En Colombia el pueblo quiere la paz, pero no quieren darle todo tipo de concesiones políticas y una virtual amnistía a los que han luchado contra el gobierno por cinco décadas.

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, cree que las negociaciones con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) van muy adelantadas.
Santos le dijo al Washington Post que la negociaciones con el más antiguo grupo guerrillero del continente ya estaban tomando cuerpo. Hasta ahora el acuerdo tentativo incluye la posibilidad que los líderes de la guerrilla puedan formar partidos políticos y aspirar a cargos públicos. También existe la perspectiva de una ley que beneficie a los campesinos en las zonas más apartadas del país.

El mandatario colombiano no habló de una posible amnistía, pero la misma está implícita al legitimar las aspiraciones políticas de los guerrilleros, ya que personas con antecedentes penales no pueden aspirar a cargos públicos.
Para los colombianos hablar del fin de una guerra que ha durado más de 50 años y en la cual han muerto más de 200,000 personas es un sueño.

Sin embargo, hay dudas. ¿No está Santos dándole demasiado a la guerrilla?
Para el ex presidente Alvaro Uribe y muchos otros en el país lo que Santos propone es inaceptable. Hay que recordar que la Farc que en un comienzo fuese una guerrilla marxista con el tiempo se convirtió en los soldados del narcotráfico.

Uribe ahora aspira a un cargo de senador y fustiga constantemente al que fuera su Ministro de Defensa y el candidato a la presidencia escogido por él. Uribe no cree en negociar con unos terroristas que financian su guerra con el secuestro, el asesinato y la protección a los grandes de la droga. Uribe no tiene duda; la Farc es una organización terrorista.

Uribe explicó sus razones al corresponsal del Washington Post y usa su cuenta en Twitter para fustigar a Santos.

En uno de sus misivas de menos de 140 caracteres, Uribe dijo que uno de los grupos de la Farc “produce 3.000 millones de pesos al mes (como $1.5 millones de dólares) de minería ilegal en asocio con banda criminal”. En otro advirtió que los líderes de la Farc planeaban una tregua navideña para causar engaño político y reelegir a Santos.

Los líderes de la Farc tienen que hacer algo. La popularidad de Santos ha bajado en picada. En Colombia el pueblo quiere la paz, pero no quieren darle todo tipo de concesiones políticas y una virtual amnistía a los que han luchado contra el gobierno por cinco décadas.

En otros países llevan a juicio a los gobernantes que cometieron crímenes durante su mandato. En Chile y Argentina hay militares en la cárcel. Ellos buscan la reconciliación nacional pero con justicia.

Entonces, ¿cuál es la razón por la cual los gobiernos democráticos no exigen lo mismo de los que quieren llegar al poder por la fuerza? El gobierno de Estados Unidos dio miles de millones de dólares en ayuda a Colombia en un esfuerzo por erradicar al cultivo y tráfico de drogas.

El acuerdo le permitía a los militares erradicar los campos de cultivo de coca y los laboratorios para procesar la droga en la selva colombiana. Pero la ayuda no era para respaldar al ejército colombiano en perseguir y derrotar a los narcotraficantes.

Hay veces que las acciones de los gobiernos carecen de sentido común. Es inconcebible que un gobierno democrático le de una amnistía a los que han tratado de llegar al poder por la fuerza. Si los líderes guerrilleros son electos, de hecho gozarían de inmunidad parlamentaria y no podría juzagaáceles por sus crímenes.
Santos sueña que las negociaciones que comienzan de nuevo en La Habana van a llegar a un acuerdo que permita a narcotraficantes y funcionarios gubernamentales asociarse para destruir los campos de coca en Colombia.

Uno no puede ser tan ingenuo.

Es inconcebible negociar la paz con quieres por décadas han luchado por llegar a gobernar con la violencia. No puedo creer que los que llevan décadas peleando por llegar al poder con las armas en la mano de repente van a deponer sus ideas y participar en una verdadera democracia.

Da pena decirlo, pero Uribe tiene la razón. Su sucesor ya no piensa como lo hacía cuando era Ministro de Defensa y el capitaneaba la lucha contra la Farc. Uribe respaldó su candidatura a la presidencia y ahora Santos se siente iluminado y ha decidido negociar con las Farc.

Las negociaciones de paz en La Habana van a dar mucho que hablar. Pero a fin de cuentas uno no puede negociar con los terroristas porque si los mismos no obtienen lo que quieren en forma democrática sacan de nuevo sus rifles y ametralladores y vuelven a tratar de llegar al poder por la fuerza.

Guillermo I. Martínez reside en el sur de la Florida. Su dirección electrónica es: Guimar123@gmail.com
XS
SM
MD
LG