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CELAC: El espaldarazo al castrismo y el nuevo panorama cubano


Los presidentes y jefes de estado asistentes a la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Los presidentes y jefes de estado asistentes a la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

Ningún mandatario latinoamericano fue a La Habana preocupado por el destino del pueblo cubano.

La organización de la CELAC, como institución netamente latinoamericana que excluye a Estados Unidos y Canadá, fue un objetivo personal de Hugo Chávez, quizá inspirado en la prédica revanchista de Fidel Castro contra la OEA, opuesta a la cual fue creada. El líder bolivariano dispuso enseguida del apoyo de sus aliados del ALBA, pero para materializarla tuvieron que hacer algunas concesiones con las que consiguieron establecer un determinado consenso regional que les permitió su lanzamiento como organización. Una más, entre tantas.

Desde los planteamientos de Simón Bolívar, el sub-continente latinoamericano ha tratado de establecer cierta “unidad” regional, que hasta el momento sólo ha sufrido reveses y divisiones. Comenzando con el desgajamiento de la “Gran Colombia”, que como país ya congregó los territorios de las actuales Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá, sumando buena parte de los territorios de otros cuatro países sud y centroamericanos, sobreviviendo apenas 10 años.

En la actualidad, y con la creación de la CELAC tres años atrás, los países miembros hablan ahora de “integración” más que de “unión” como estrategia de acercamiento. Sin embargo, la realidad de los tres años de vida de la organización ha sido otra radicalmente diferente. El Mercosur, sueño brasileño de integración económica-comercial que se inició con cuatro países limítrofes –y que ahora abrazaron gustosos la idea de excluir a Norteamérica de la naciente CELAC-- se extendió también a otros países sudamericanos (entre ellos a Venezuela) con pretensiones de la tal “integración”, presentando hoy día una crisis institucional aparentemente insalvable, debilitada precisamente durante los mismos años de vida que lleva la CELAC.

Paralelamente y también simultáneo con el corto período de vida de la CELAC, se creó un nuevo pacto comercial, “la Alianza del Pacífico”, que congrega en Sudamérica precisamente a las democracias más pujantes, Chile, Perú, Colombia y México, países que le hacen contrapeso político al ALBA y competencia comercial al Mercosur, dividiendo la región en dos grandes bloques comerciales, colaborando desde luego para la “desintegración” del sueño de la CELAC.

Paralelamente y también durante el tiempo de vida de la CELAC, surgieron desavenencias entre Argentina y Uruguay por motivo de una papelera uruguaya, reforzadas muy recientemente por el anuncio de la ampliación de esta inversión, sin que ni Brasil, líder del Mercosur (al que pertenecen ambos) ni la CELAC, hayan intentado acercar las posiciones en conflicto de ambos países. En el mismo orden de desavenencias, sobre el reclamo por la salida al mar que Bolivia hace sobre Chile, la CELAC se ha mantenido ajena al diferendo, más bien dado espaldarazos a Evo Morales tras bambalinas cuando este usa su tribuna para azuzar los ánimos contra Chile.

Por otro lado y casi paralelamente al nacimiento de la CELAC, se produjo en Sudamérica una crisis política institucional contra Paraguay, fundador del Mercosur, por la solución interna que el Parlamento paraguayo dio durante el fulminante proceso para destitución de ex presidente Fernando Lugo, simpatizante del bolivarianismo y amigo personal de Hugo Chávez. Esto provocó una conjura de los países del ALBA --que arrastraron a los miembros del Mercosur-- para tirar al Paraguay de la organización regional, lo que aprovecharon Brasil, Argentina y Uruguay, para aceptar a Venezuela como socio pleno --a pesar del veto paraguayo a la entrada venezolana al bloque-- lo que ha colaborado a la mencionada crisis institucional del Mercosur.

Recientemente también, se produjeron en Centroamérica problemas fronterizos entre Costa Rica y Nicaragua, que incluyó la presencia de tropas nicaragüenses en la zona del conflicto. ¿Cuál fue la respuesta de la CELAC “integradora”? dar un espaldarazo indirecto a Nicaragua por el manifiesto desentendimiento de la organización regional supuestamente imparcial, por lo que tuvo Costa Rica que ir ante la OEA, organización contra la cual se fundó la CELAC.

De manera que, en el recuento “integrador” de los pocos años de vida de la CELAC, lo que ha demostrado es una falta total de compromisos con la solución de los problemas que separan a los pueblos latinoamericanos y un acento en hacer valer los intereses de los países “bolivarianos castro chavistas” por encima del resto de sus vecinos. No podía ser diferente en el seno de una organización con un espíritu más anti norteamericano que “integracionista”.

Y es con esta historia de desentendimiento con los reales problemas latinoamericanos y una beligerancia militante contra los Estados Unidos, que la CELAC celebró en La Habana la bochornosa cumbre que acaba de clausurarse. Todos los países que fueron a La Habana representados por sus máximos dirigentes (unos más, otros menos) fueron a dar un espaldarazo a la dictadura castrista, actuando de espaldas al pueblo cubano y a la democracia que dicen defender en sus países. Los países del ALBA sabían a lo que iban. Los países más democráticos quisieron con ese gesto anti norteamericano valorizarse ante el Gigante del Norte.

Brasil, por ejemplo, por ser el pretendido líder de la confusa defensa del binomio Cuba-Venezuela y el supuesto derecho “bolivariano” a oprimir a ambos pueblos. Dilma Rousseff dio clases de incongruencia cuando la presidenta de Brasil desembarcó en La Habana para inaugurar una obra que había financiado --el puerto del Mariel-- a un costo de mil millones de dólares (en números redondos). El día anterior sin embargo había pedido a los inversionistas internacionales en el “Foro de Davos”, --desde donde voló a La Habana-- para que invirtieran en puertos brasileños, que hoy son una calamidad limitando las exportaciones del Gigante del Sur.

México por su parte fue a Cuba perdonando 400 millones de dólares de la deuda cubana con el país centroamericano, para entrar en la competencia que ya Brasil le hace dentro de la isla con el enclave de Mariel. Esta inversión será futuramente fuerte competidora de México para instalar en sus amplios terrenos exentos de impuestos, las maquilladoras que ahora están en la frontera común México-EUA. Todo porque el puerto de Mariel, además de estar en la ruta hacia Norteamérica desde un Canal de Panamá ampliado, está enclavado bastante más cerca del centro de consumo norteamericano --su costa este-- que la mencionada frontera mexicana.

Ningún mandatario latinoamericano fue a La Habana preocupado por el destino del pueblo cubano, ni siquiera el mandatario chileno, que llevó a la presidenta electa (ausente de la entrevista con la líder de las damas de blanco) y que será la que en adelante trace la política del país austral hacia Cuba y los cubanos, desde sus posiciones de izquierda. Tampoco puede decirse que Costa Rica apostó por la oposición política cubana al escalar funcionarios del quinto escalón para recibir a los cubanos, aunque su gesto sin dudas lo distingue del resto. Agradecimientos a Laura Chinchilla y Sebastián Piñera, pero una golondrina no hace primavera.

Por todo lo anterior hay que decir sin temor a equivocarnos, que la causa de la democracia para los cubanos está aislada en Latinoamérica. Analizando además la reciente decisión europea de ir a Cuba a inicios de Febrero para negociar sus intereses --renunciando a la “posición común”-- sólo queda EUA (y su embargo) como potenciales socios de una democracia para Cuba.

Considerando que dentro de EUA ya se observan movimientos “pragmáticos” en sentido de provocar el acercamiento de posiciones con Raúl Castro, manifestado sobre todo con el repentino anuncio de que próximamente se liberará a otro de los 5 espías cubanos condenados por los Estados Unidos --condonándole parte de su pena-- acción que lógicamente augura algún tipo de negociación para el canje por el norteamericano Alan Gross, único obstáculo para el acercamiento. En el caso estadounidense no obstante, el peso el embargo es mucho mayor que la “posición común” europea, por lo que EUA pudiera ante La Habana hacer un papel más digno que la rendición de sus banderas, como planea Europa hacer ante los hermanos Castro.

Este es el “nuevo panorama” que se presenta ante la oposición política cubana. La lucha a partir de ahora no es para mostrarle al mundo los horrores de una dictadura; el mundo ya lo sabe. Tampoco es para derrotar el socialismo, para todos auto-derrotado; ni para señalar la miseria material y humana que reina dentro de la isla. El mundo lo sabe todo y mismo así, Latinoamérica en pleno y Europa Unida, han decidido un camino cada vez más lejos que el sendero elegido por la oposición política cubana actual, dispersa e inactiva dentro de la isla, durante la celebración de la CELAC. Falta EUA por unirse al coro de coincidencias pro-distensión con la política a seguir en Cuba, con cuya adhesión será mucho más clara la “nueva época” que enfrenta la oposición patriótica y democrática cubana, de dentro y fuera de la isla.

¿Será que ahora no podemos sentarnos a definir una simple y única representación opositora?
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