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Cazar fondos en España ya no será lo mismo


De las últimas elecciones en España se puede hacer una lectura en clave cubana y observar la eliminación, en múltiples esferas de poder, de una gran cantidad de políticos españoles que han sido próximos al castrismo.

Las elecciones municipales y autonómicas del 2011 en España van a pasar a la historia por dos cuestiones fundamentales. Primero, por el ambiente generado por la inédita Spanish Revolution, que hizo emerger el descontento de una parte de la población por la situación económica del país en las calles de muchas ciudades.

Segundo, por el descalabro electoral del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), de José Luis Rodríguez Zapatero, que se prepara ahora para vivir su propia travesía en el desierto con poca posibilidad de resurgir fácilmente en las elecciones generales que se avizoran en un horizonte próximo.

Pero por otro lado, de estas últimas elecciones en España se puede hacer también una lectura en clave cubana y observar la eliminación, en múltiples esferas de poder, de una gran cantidad de políticos españoles que han sido próximos al castrismo y que han practicado la política de acercamiento al régimen desde corporaciones locales, a la vez que han promovido la financiación, vía subvención, de proyectos auspiciados por la dictadura castrista.

El PSOE consiguió el 27,79% de los votos frente al 37,53% logrado por el Partido Popular (PP), de Mariano Rajoy. La participación ha subido dos puntos respecto a los comicios del 2007 y entre ambos partidos hay una brecha de 2.200.000 votantes. Además, los socialistas han perdido algunas plazas que se consideraban bastiones para el partido de Zapatero como las alcaldías de Sevilla y Barcelona. En los últimos días, Zapatero se enfrenta a una presión constante desde diferentes sectores para que se adelanten las elecciones generales, pero todo parece indicar que el actual presidente español no va a dar su brazo a torcer. Aún así, los analistas consideran que el PSOE tiene todos los números para seguir perdiendo simpatía entre los electores lo que hace pensar que, en unas próximas elecciones, los socialistas, los que han sido más permisivos con el castrismo, van a seguir perdiendo poder e influencia política en España. No parece que este sea un dato menospreciable para los jerarcas que se atrincheran hoy en La Habana.

La función edulcorante de la dictadura de los Castro que ha desempeñado el socialismo español sólo a lo largo del último año es remarcable. Ahora bien, a pesar de todo el empeño que se ha puesto, se puede decir que sus objetivos principales no habrían sido alcanzados. Para empezar, el ex ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, que abanderó la lucha en Europa por poner fin a la nada mal intencionada Posición Común de la Unión Europea (UE) frente al gobierno cubano, perdió su cargo en la última crisis de gobierno de Zapatero. Hoy, con las graves crisis desatadas en el mundo árabe que consumen gran parte de los esfuerzos de la diplomacia europea, ya prácticamente nadie se acuerda del debate cubano. Los Castro han demostrado no sólo no tener prisa en cuanto al cumplimiento de la carta fundamental de los derechos humanos en Cuba, sino que más bien han puesto de relieve que esa asignatura no va con ellos. Sea como sea, la acción del gobierno del PSOE en Europa en cuanto a este tema ha sido un tremendo fracaso.

A parte de Moratinos, no es menos bochornosa la acción del partido de Zapatero que en septiembre del año pasado envió a dos de sus destacadas representantes, la actual ministra de Sanidad, Leire Pajín, y la responsable de asuntos internacionales del partido, Elena Valenciano, nada más ni nada menos que a estrechar los lazos con el Partido Comunista de Cuba (PCC). La excursión caribeña incluyó encuentro fraternal con Raúl Castro en su despacho y comparecencia posterior de las dos socialistas españolas en la terraza de un hotel habanero para avalar las reformas económicas de la dictadura y mostrar un convencimiento absoluto de que las cosas en Cuba iban a cambiar para mejor bajo la misma batuta y receta de los que en este último medio siglo han colocado la Isla en un callejón sin salida. Este es otro de los fracasos del PSOE, un partido hoy en el precipicio electoral, que se equivocó en su apuesta por los autócratas desechando a los demócratas cubanos.

Con esta pérdida de poder político del socialismo es esperable que el castrismo vea menguada la posibilidad de usar el bebedero de las subvenciones y la cooperación que tanto el gobierno socialista a nivel estatal como corporaciones locales le han ofrecido. Sevilla, por ejemplo, cuyo ayuntamiento ha pasado a manos populares, ha sido en los últimos años fuente de múltiples controversias por su apego no a lo cubano sino a lo castrista. Tanto es así que en 2009 el consistorio sevillano fue el único patrocinador de un homenaje a la Revolución Cubana que se financió con 12.000 euros del erario público. Las facturas con concepto castrista también han sido motivo de controversia en otras administraciones públicas en manos de socialistas de otros rincones de la Península. En 2008, se reveló que el gobierno de Galicia había pagado una factura de 400 mojitos en La Habana donde una delegación se encontraba participando en la feria del libro, evento al que se destinó 1,3 millones de euros. Hoy, con la situación de crisis profunda que existe en España, estos saldos resultan todavía mucho más escandalosos.

A pesar de que este retroceso pueda suponer una disminución de la entrada de recursos para el castrismo en subvenciones y proyectos que nadie sabe bien en qué benefician al pueblo cubano, no hay que olvidar que, por otro lado, este proceso electoral ha fortalecido a las formaciones políticas de izquierda radical y revolucionaria en el País Vasco. Bildu, una plataforma de partidos que se consideran próximos a la banda terrorista ETA, se ha hecho fuerte en esta comunidad norteña donde no hay que olvidar que hoy tiene su sede uno de los proyectos de propaganda castrista más activos en España, Cubainformación. Sea como sea, y a pesar de este reducto, lo más probable es que en un futuro próximo La Habana se sienta un tanto perdida y desconectada de los consistorios ibéricos más derrochadores de los que antes obtenía jugosos fondos que nadie sabe a dónde han ido a parar exactamente.

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