El Papa, de 78 años y nacido en Baviera, parecía sobrecogido por la alegría y el temor escénico al avanzar por el Salón de Audiencias Pablo Sexto saludando con la mano en medio del relámpago de las cámaras y los visitantes que luchaban por estrecharle la mano o besar su anillo pontificio.
Este hombre tímido que se ha visto repentinamente bañado por la luz de la fama desde su elección del martes pasado, provocó risas y aplausos cuando se disculpó por haber llegado tarde después de una reunión con líderes de otras religiones.
“Ya se sabe que los alemanes somos muy puntuales, pero parece que yo me e italianizado un poco”, dijo bromeando.
Y también, con una sonrisa socarrona, relató cómo le había rogado a Dios que no lo hiciera Papa a medida que las votaciones secretas consecutivas del cónclave evidenciaban que probablemente “la guillotina caería” sobre él.
“Es obvio que Dios no me hizo caso”, agregó con un suspiro.
A una hora más temprana del lunes, Benedicto Dieciséis sostuvo una reunión más formal con los líderes de otras religiones que asistieron a su toma de posesión. Reanudó el llamamiento hecho al comienzo de su Pontificado urgiendo a las otras iglesias cristianas a trabajar con él por la unidad del cristianismo. Por vez primera mencionó a los musulmanes diciendo que dialogar con ellos es una valiosa contribución para una verdadera paz mundial.
El ex cardenal Joseph Ratzinger celebró su misa inaugural el domingo en la Plaza de San Pedro en latín e italiano de acuerdo con el protocolo Vaticano y esto defraudó a algunos de los muchos millares de alemanes que habían viajado a Roma especialmente para la ocasión.
Pero el lunes, al ver numerosas banderas bavarias en el salón de audiencias, aseguró a los visitantes alemanes que había mantenido sus raíces alemanas pese a 23 años y medio trabajando en Roma como la autoridad doctrinaria vaticana.
“He seguido siendo bávaro, aún como Obispo de Roma”, dijo Benedicto Dieciséis.