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Vaya juego de palabras y palabreros en Cuba


Se conoce menos a Raúl Castro que a su hermano Fidel, sencillamente porque el hermano mayor -enfermo y acongojado ahora- ha hablado más de 300 mil leguas terrícolas sobre el nivel del mar, durante su medio siglo de caudillo de la revolución estalinista cubana.

Pero en ese tránsito de tiempo, Raúl ha hablado muchísimo menos, tal vez sus palabrerías, de acuerdo a los medidores sociales reconocidos, no hayan alcanzado ni las 50 leguas.

Sin embargo, al menos el hermano menor -nos referimos a Raúl- en comparación de palabrerías, ha demostrado ser mucho menos locuaz que Fidel, pero más realista y consecuente que su hermano mayor.

Recientemente Raúl reconoció el fracaso rotundo del proyecto socialista marxista por el cual tantos miles de cubanos han terminado en prisión o ante el paredón de fusilamiento, cuando declaró: ‘O rectificamos o ya se acabó el tiempo de seguir bordeando el precipicio y nos hundimos’.

Y añadió el palabrero menor de los Castro, ‘que a partir del 2011 se irán introduciendo cambios estructurales y de conceptos en el modelo económico cubano para cortar el gasto público, reducir los subsidios, flexibilizar el mercado laboral, disminuir el número de empleados públicos y aumentar la productividad’.

Vaya declaración autocrítica de Raúl, que aunque tardía no deja de ser cruda e incisiva, y que su hermano Fidel –el palabrero mayor- no hubiese hecho nunca, pues siempre concluía, mientras su voz arrogante tuvo resonancias, echando la culpa al imperialismo norteamericano.

También enfatizó Raúl en su declaración reciente en la legua 50 ‘que había que cambiar la mentalidad de los cubanos y de la dirigencia castrista ante los nuevos escenarios económicos que vienen, pues era inconcebible que los vietnamitas –que aprendieron a sembrar café con los cubanos- en estos momentos le estén vendiendo café a Cuba’.

Y terminó ironizando Raúl Castro -el palabrero menor- diciendo ‘que no pongamos al bloqueo como excusa para justificar que no sembramos café y que no producimos’.

Vaya juego de palabras y palabreros para ir descubriendo al final del largo camino de más de medio siglo de atropellos, de miserias y de un sistema que no produce, que Cuba tiene que cambiar hacia la iniciativa privada y sin palabrerías.

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