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Ni terrorismo ni religión sino libertad en la revolución del Magreb


Todos los levantamientos populares en el norte de África y en el mundo árabe conllevan elementos de modernidad, civilidad moral y reclamos de libertad a través de la no-violencia

Todos los levantamientos populares en el norte de África y en el mundo árabe, como los acaecidos en Túnez, Egipto y Libia, conllevan elementos de modernidad, civilidad moral y reclamos de libertad a través de la no-violencia, que contrastan en cualquier evaluación a fondo, con los principios explosivos y sangrientos del terrorismo de Al Qaeda, caracterizados por la violencia homicida, indiscriminada y el fanatismo religioso.
Tanto en Túnez, como en Egipto, las masivas manifestaciones populares derrocaron en unos días a los viejos dictadores y autócratas, Ben Alí y Hosni Mubarak.

En Libia, el viejo caudillo terrorista Muamar el Gadafi, aterrorizado ante las masivas manifestaciones que exigían su renuncia en Trípoli y Bengasi –las dos principales ciudades del país- optó por ordenar a su aviación y a su artillería pesada, ametrallar a los manifestantes a mansalva, provocando un acto genocida sin precedentes en el siglo XXI, dejando a más de mil ciudadanos muertos en las calles de Trípoli.

Sin dilación alguna ante el escándalo homicida, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas condenó por unanimidad el hecho genocida, anunciando que Gadafi tendría que enfrentar el dictamen de la Corte Internacional de Justicia de La Haya.

Esta acción condenatoria de la Justicia Internacional fue apoyada por todos los países de la Unión Europea, la Liga Árabe y los Estados Unidos, que contemplan medidas conjuntas para congelar las cuentas bancarias de la familia Gadafi y enviar ayuda humanitaria inmediata a todos los focos oposicionistas en Libia, que ya controlan las principales ciudades del país, como Bengasi, Tobruk, Misrata, Zauiya y algunos áreas de Trípoli, la capital.

Para asombro del mundo, sólo tres dirigentes políticos de la autocracia marxista -Fidel Castro, Daniel Ortega y Hugo Chávez-han mostrado apoyo, simpatías y solidaridad con el genocida libio Muamar el Gadafi.

Vale la pena destacar el estilo de modernidad que marcan los levantamientos juveniles y populares en Túnez, Egipto y Libia, una esperanzadora y nueva sub-cultura de la libertad y la comunicación, que supera aquellos esteriotipos válidos en su tiempo, pero narcisistas y fijistas de algunos sectores juveniles durante el siglo XX, que priorizaban el culto a la imagen, al vestido o a los peinados.

Esta ola de multitudes que hemos visto en Túnez, Egipto y Libia -casi un tsunami indetenible de libertades- comienza a extender sus efectos en todos los rincones del mundo gobernados por férreas dictaduras o regímenes autoritarios, como Yemen, Bahrein, China, Corea del Norte, Zimbabwe, Venezuela y Cuba.

En los levantamientos del mundo árabe contra los autoritarismos regionales o locales, hay una chispa novedosa que parece marcar el signo predominante del nuevo siglo XXI en el corazón de los pueblos y de la juventud, que es la LIBERTAD.

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