Durante el curso de la República –antes de que llegara la pesadilla comunista a Cuba- los campos y montañas de la isla se caracterizaban por una producción de café de alta calidad, que por muchos años abasteció el consumo nacional y era una fuente de divisas por el monto del café que se exportaba.
Inclusive Cuba tuvo la gentileza solidaria de enseñar a los vietnamitas a sembrar, recoger y producir café.
Pero llegó el desastre productivo durante más de medio siglo del castrismo por la centralización económica y Cuba dejó de abastecerse de café, de azúcar, de papa, de granos, de frutas y hasta de arroz.
El ahogo y la persecución a la iniciativa privada, por parte del estatismo del régimen castrista, ha provocado que el productor cubano no encuentre estímulos para producir, como lo hacía en tiempos pasados no muy lejanos.
Y aunque luzca bochornoso, significativo y paradójico, hoy Cuba importa café de Viet-Nam. Por lo que el gobierno de Raúl Castro acaba de anunciar –ante el descalabro productivo del café, unido a la falta de divisas para importar y el alto precio en el mercado mundial- que el grano tostado que se distribuirá a la población para el consumo nacional, se mezclará con chícharo o guanina.
Así que el último buchito del café que el cubano consume por placer, cultura y tradición histórica, a partir de ahora habrá que bebérselo con sabor a chícharo o guanina tostada.