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Desde Barcelona


MN. ¿Qué balance hace de los dos primeros meses pasados en España a nivel asistencial, por parte de la Cruz Roja, la entidad que se encargó de ustedes?

VRA. Desafortunadamente, después de haber estado siete años preso y luego de haber sido desterrado encontré una situación muy difícil, que he vivido junto a mi familia. Creo que es una situación artificial dado que, en menos de una semana, todo se ha solucionado. Mi hija llegó embarazada y la atención que recibió de la Cruz Roja no fue la mejor desde el punto de vista de la explicación y la orientación.

MN. ¿Qué fue lo que pasó?

VRA. Teníamos la intención de salir lo más rápido posible del hostal Vallecas porque ya llevábamos dos meses aquí varados en un limbo porque no recibíamos ningún tipo de orientación. Nos habían propuesto ir a Cantabria o a Málaga con la condición de ir a un albergue de la Cruz Roja, en los que las condiciones no eran propicias para que mi hija diera a luz, por lo que nos resistimos y nos quedamos en Madrid. Teníamos nuestros argumentos y así los hicimos conocer.

MN. ¿Cuál fue la reacción de los trabajadores de la Cruz Roja?

VRA. Optaron por desentenderse de nosotros y estuvimos un mes y algo más sin recibir ningún tipo de orientación y, por tanto, permanecíamos en Vallecas. Al cumplirse el primer mes de estancia aquí, nosotros hicimos una nueva propuesta a la persona de Cruz Roja que radica en el hostal, asegurándole que aceptábamos ir a Málaga, siempre y cuando se crearan las condiciones rápidas para nuestra salida a un piso para que mi hija diera a luz.

MN. ¿Y qué pasó?

VRA. Desafortunadamente esta propuesta no se aceptó porque la funcionaria se olvidó de transmitir esto a su nivel superior y transcurrió el mes y tanto y mi hija dio a luz. Después del nacimiento de mi nieto nos dirigimos a la Cruz Roja y allí nos enteramos de que tan sólo hacía unos días que nuestra propuesta había sido conocida por ellos. Mientras nosotros pensábamos que se estaba tramitando nuestra petición de ir a Málaga, eso no se conocía, así que quedamos molestos y propusimos que nos cambiaran de ONG para nuestra atención. Así se hizo, ahora nos atiende ACCEM (Asociación Comisión Católica Española de Migraciones). Ha sido una mala experiencia y la verdad es que no había necesidad de que esto ocurriera. No lo achaco todo a Cruz Roja, pero es que las personas que nos atendieron no fueron explícitos. He llegado a pensar de que no tenían la voluntad de transmitirnos las posibilidades que teníamos. Todo lo contrario de lo que ocurrió con la nueva organización que nos atiende.

MN. ¿Puede que Cruz Roja se haya visto sobrepasada y no haya sabido cómo actuar en un caso especial como el de ustedes?

VRA. No pudiera aventurarme a explicar qué paso con ellos. No conozco su función, no conozco su experiencia, no conozco su capacidad ni soy quién para valorarla. Pero el hecho de que durante más de un mes y tantos días no tuvieran ningún contacto con nosotros -tiempo que habría sido más largo si nosotros no hubiéremos provocado el contacto- me parece un poco cuestionable.

MN. ¿Durante tanto tiempo no hubo un contacto directo con ustedes?

VRA. Excatamente. Nosotros prácticamente todo lo que recibíamos de la Cruz Roja era a través del hostal, desayuno, almuerzo, comida y, una vez a la semana, un ticket de transporte y alguna visita de médicos. En reiteradas ocasiones pedimos y reclamamos una asistencia especializada, tanto para mi esposa, afectada por una enfermedad de tiroides, como para mi hijo, que es diabético. Y realmente nunca se llegó a dar esta asistencia especializada. Es necesaria porque ellos vinieron muy afectados y estresados de Cuba.

MN. ¿Estuvo correctamente atendida su hija antes y después del parto?

VRA. El niño lo tuvo el día 8 de noviembre. En este caso funcionaron los mecanismos de la Cruz Roja y nació en un hospital. Tuvo un parto feliz. Pero nunca se la asistió desde el punto de vista material de las cosas elementales que debía tener antes de dar a luz y acudieron sólo al parto. Sólo después de nacido el niño recibió una ayuda económica para resolver algunas necesidades perentorias, tanto de la madre como del niño. Todas las ayudas que recibió antes fueron de otras organizaciones humanitarias, de cubanos en España o en Estados Unidos.

MN. ¿La situación de su mujer e hijo se ha complicado?

VRA. A mi mujer la ha visto la doctora que viene periódicamente a Vallecas, médico general. Pero ese no es el nivel de atención que ella requiere. Mi hijo es diabético de grado uno, se le solucionó un poco de insulina. En dos meses y pico la dieta rigurosa de diabético que tiene que seguir tampoco ha sido posible, a pesar de que nos lo habían prometido en reiteradas ocasiones. Tampoco recibió ayuda para comprar las meriendas que, en su caso, no es una merienda por merendar, él tiene que inyectarse cuatro veces al día. Esto nunca lo pudimos resolver. Nos escuchaban pero no daban respuesta a nuestras demandas.

MN. Usted tuvo muchos problemas de salud en la cárcel en Cuba, ¿cuál es su situación en estos momentos?

VRA. Ahora estoy esperando llegar a mi nuevo destino, en Sigüenza, donde debo acceder a estudios y tratamientos especializados para verme bien todos los problemas que tengo. Aquí me dieron los medicamentos normales, he perdido mucho peso, no me siento bien, pero tengo fe que pronto podré acceder a especialistas. Tengo problemas estomacales, de presión, alguna inflamación en la encía y pérdida de un alto nivel de la visión, así como un problema de rodilla.

MN. ¿Qué expectativas tienen en su nueva etapa en Sigüenza? ¿Quieren salir hacia los Estados Unidos o quedarse en España?

VRA. No. Queremos quedarnos en España, a pesar de que el inicio no ha sido todo lo feliz que habríamos deseado. Tenemos expectativas muy positivas para Sigüenza, dado que hermanos nuestros que han estado allí nos han contado lo amable, confiable y preocupado que es el grupo de personas, encabezada por un sacerdote católico, que está allí.

MN. ¿Qué balance hace de los siete años de encarcelamiento en Cuba?

VRA. Indiscutiblemente fueron años muy difíciles porque el régimen se ensañó con todo el grupo de hermanos. Las golpizas, los maltratos físicos y emocionales están a la orden. El régimen se encarga de hacerlo. Estos años de dificultades fueron preparados, el preámbulo tal vez de la ilusión que tenía el régimen para doblegarnos, bien diseñado. No sólo sufren los presos políticos. Cualquier preso sufre tanto o más que nosotros, muchos también presos injustamente por el sistema que desgobierna nuestro país. El régimen se ensaña con el preso común.

MN. Con todas las preocupaciones y los problemas por resolver en España, ¿dónde queda Cuba en el pensamiento de una persona que ha sido desterrada? ¿Pasa a segundo plano?

VRA. Para nada, estos años de sufrimiento, Cuba fue siempre lo primero y, en estos dos meses y tanto en España, sigue siendo lo primero. Ya he hecho varios escritos, he dado conferencias. Ya estamos en estos momentos diseñando y trabajando con Alejandro González Raga y otras personas más en el Observatorio de los Derechos Humanos de Cuba. Desde aquí vamos a seguir trabajando. En ningún caso estos momentos difíciles nos van apartar del trabajo y labor que tenemos que hacer por Cuba. Tiempo atrás era el periodismo independiente dentro de la Isla, luego la prisión. Hoy ya estamos dando los pasos imprescindibles para estructurar el Observatorio de los derechos humanos. No es la única actividad, hay muchas más. Tenemos muchos planes y objetivos para aportar nuestro granito de arena, junto a otras organizaciones, para la libertad de Cuba.

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