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Un comunismo con pachanga


impatizantes del Gobierno cubano gritan consignas revolucionarias mientras el grupo de mujeres Las Damas de Blanco.
impatizantes del Gobierno cubano gritan consignas revolucionarias mientras el grupo de mujeres Las Damas de Blanco.

La Habana - Fidel Castro, que gustaba presumir de su independencia, a pesar de la millonaria ayuda que durante décadas recibió del Kremlin, se jactaba de que su revolución no había llegado montada en los tanques soviéticos, sino en los que arrebató al ejército de Batista.

Proclamarse comunista le concedió a Fidel Castro la posibilidad de hacerse con un partido único y una ideología que le permitieran el poder absoluto.

Caldosa en La Habana para los CDR
Caldosa en La Habana para los CDR

La principal peculiaridad del totalitarismo castrista fue la hegemonía no de un partido comunista, sino de un caudillo que tomó el poder al frente de un ejército guerrillero, sometió a su mando a la vieja guardia comunista,gobernó casi medio siglo, en un ambiente de plaza sitiada debido al enfrentamiento con Estados Unidos, y cuando tuvo que retirarse por enfermedad, dejó como sucesor a su hermano.

En el castrismo ha primado siempre una mentalidad pandillera: la lealtad incondicional al jefe, la movilidad constante, el secretismo, el ambiente de conspiración, el correr hacia adelante a la menor señal de peligro, el no dejarse atar las manos por la institucionalidad.

Al castrismo, que pudo haber sido otra dictadura populista más de las habidas en Latinoamérica, la ideología socialista le concedió una estatura y densidad teórica inmerecida.

En cuanto a ideología, pese al uso y abuso de la mescolanza martiana-marxista-leninista y la complicidad de algunos intelectuales orgánicos, el castrismo carece de cuerpo y sustancia. Solo dispone de un exacerbado nacionalismo patriotero, una nutrida lista de martirologios que encabeza Che Guevara, y una historia mal contada que sirve a sus propósitos doctrinarios.

Fidel Castro quiso que su revolución fuera excepcional. Dándoselas de hereje, advirtió alguna vez que el marxismo no era un catecismo, y se las arregló para adaptarlo a sus conveniencias.

En innovaciones al marxismo, Fidel Castro quiso estar a la par de Lenin. Lo que consiguió fue un socialismo populista y con pachanga, que alguna vez fue fotogénico y romántico, un modelo para el Tercer Mundo, pero que hoy, haciendo agua por todas las vías, a duras penas se mantiene a flote en su lento viaje hacia un capitalismo mercantilista de estado.

A pesar de que Fidel Castro, un líder carismático, logró utilizar ciertos rasgos de la apasionada idiosincrasia del cubano para sus puestas en escena en la Plaza de la Revolución, las movilizaciones masivas, las marchas combatientes y los actos de repudio, a la larga esa misma idiosincrasia imposibilitó sus desmesurados proyectos, que resultaron reñidos con la naturaleza del cubano.

Pero no se le puede negar originalidad al método –o la falta de uno preciso- del Comandante, con sus planes faraónicos, sus discursos interminables, su testarudez,sus bandazos y sus continuos reveses convertidos en victorias…pírricas.

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