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Un perfil criminal de Ernesto Guevara construido a partir de testimonios y cartas


En esta foto de 1960, Ernesto "Che" Guevara, Raúl Castro y Antonio Núñez Jiménez (Centro).
En esta foto de 1960, Ernesto "Che" Guevara, Raúl Castro y Antonio Núñez Jiménez (Centro).

A partir del registro de citas, cartas y fragmentos de discursos de Guevara, así como de las voces de personas que le conocieron, Pedro Corzo publica el libro "Este soy yo".

El periodista y activista cubano exiliado Pedro Corzo ha recopilado en un volumen estremecedores testimonios, frases y fragmentos de cartas de Ernesto "Che" Guevara que, según dice, muestran al icono argentino de la Revolución cubana como un "asesino en serie" de "frialdad brutal".

A partir del registro de citas, cartas y fragmentos de discursos de Guevara, así como de las voces de personas que le conocieron, Corzo va trazando en el libro "Este soy yo" el perfil de quien le confesó a su padre en una carta que le gustaba matar.

Periodista Pedro Corzo.
Periodista Pedro Corzo.

"Mi posición sobre Guevara no se sustenta solo en diferencias políticas e ideológicas, sino en el desprecio que siento por un asesino en serie que promovió la violencia extrema y el tiro como solución para dirimir diferencias con los otros", dijo a Efe Corzo, director del Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo.

El periodista anticastrista asegura que su libro va contra el mito del "Che", la ignorancia y desconocimiento de quien fue, no una persona "tolerante, pacifista y comprometida con la democracia", sino un ser, como él mismo reconoció a su madre, "sediento de sangre".

En esta foto de 1963 Ernesto "Che" Guevara y Fidel Castro (R) en el restaurante "1830" de La Habana.
En esta foto de 1963 Ernesto "Che" Guevara y Fidel Castro (R) en el restaurante "1830" de La Habana.

De hecho, la obra iba a titularse en un principio "El verdugo de la Cabaña", en referencia a los fusilamientos que ordenó Guevara (1928-1967) en esa prisión de la que fue su máximo responsable tras el inmediato triunfo de la revolución castrista.

Varios testimonios de integrantes de la denominada Comisión Depuradora que operaba en 1959 en La Cabaña relatan en el libro en primera persona cómo la mayoría de los expedientes para fusilamiento solo contenían mentiras, con sentencias ya dictadas de antemano.

Hasta el punto que Guevara "personalmente señalaba con un lápiz o una pluma a los que iban a ser fusilados", cuenta Napoleón Vilaboa, que formó parte de la comisión.

Por su parte, José Vilasuso, quien en 1959 desempeñó el cargo de abogado en la Comisión Depuradora, detalla el caso de una familia que logró llegar hasta Guevara para pedirle clemencia para un muchacho condenado por delator, una acusación que sus familiares negaban.

Al final de la entrevista, según Vilasuso, el argentino dijo a la familia que probablemente el joven acusado y condenado a muerte no era quien había dado el chivatazo, que era inocente, pero que, en cualquier caso, eso resultaba "intrascendente".

"Miren (dijo a los familiares), estas cosas hay que juzgarlas con un criterio revolucionario. No estamos discutiendo, más o menos, si él lo hizo, si dio el chivatazo o lo dio otro, lo importante es que él vestía el uniforme de esbirro de la tiranía y esa es la razón por la cual lo llevo al paredón", les espetó.

"Se formaron tres comisiones depuradoras y tres tribunales. El objetivo de los tribunales era justificar los fusilamientos arbitrarios, porque los infelices que ejecutaban ya había sido previamente sentenciados", afirma Vilaboa.

Entre los fragmentos de entrevistas a personas que conocieron a Guevara destacan los comentarios de Miguel Sánchez, "El Coreano", quien entrenó a los expedicionarios del "Granma" en México. "El Coreano", llamado así porque combatió con el Ejercito estadounidense en la guerra de Corea, retrata al "Che" como un sádico que atrapaba gatas preñadas en México y las anestesiaba para hacer experimentos médicos.

"Cuando terminaba las disecciones de los felinos, a los que vivían todavía los sacaba por el rabo del saco donde los llevaba y los tiraba contra el pavimento", relata en el libro.

Corzo dice que la voluntad de destrucción y odio del argentino a Estados Unidos se constata también en los comentarios que hizo en La Habana al corresponsal del periódico socialista inglés London Daily Worker.

"Si los misiles hubiesen permanecido en Cuba (tras la 'crisis de los misiles' de 1962), nosotros los habríamos usado contra el propio corazón de Estados Unidos, incluyendo la ciudad de Nueva York", dijo. ​

[Agencia EFE]

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