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Yeltsin: imposible justificar la crueldad sin sentido


Familia Imperial Romanov
Familia Imperial Romanov

Discurso pronunciado por el presidente de Rusia, Boris Yeltsin, en junio de 1998 en San Petersburgo.

Es un día histórico para Rusia. Ochenta años han pasado desde el día del asesinato del último emperador ruso y los miembros de su familia.

Por muchos años hemos guardado silencio sobre este monstruoso crimen. Debemos decir la verdad: la masacre de Ekaterimburgo se ha convertido en una de las páginas más vergonzosa de nuestra historia.

Al enterrar los restos de estas víctimas inocentes, queremos expiar los pecados de nuestros antepasados.

Aquellos que cometieron el crimen son tan culpables como quienes lo justificaron durante décadas. Todos somos culpables.

Aquellos que cometieron el crimen son tan culpables como quienes lo justificaron durante décadas

Es imposible mentirnos justificando la crueldad sin sentido con objetivos políticos. El fusilamiento de la familia Romanov es el resultado de la división intransigente en la sociedad rusa en los “nuestros” y “ellos”. Los resultados de esta división pueden verse incluso hoy.

El entierro de las víctimas de Ekaterimburgo es, antes que nada, un acto de justicia humana. Es un símbolo de la unidad de la nación, una expiación de la culpa común.

Todos somos responsables de la memoria histórica de la nación. Y es por eso que no pude dejar de venir aquí. Debo estar aquí como individuo y como presidente. Inclino mi cabeza ante las víctimas de la matanza despiadada.

Todos somos responsables de la memoria histórica de la nación

Al construir una nueva Rusia, debemos confiar en su experiencia histórica. Muchas páginas gloriosas de la historia rusa estaban vinculadas al nombre de los Romanov. Con este nombre se relaciona también una de las lecciones más amargas: cualquier intento de cambiar la vida por la violencia está condenado al fracaso.

Debemos terminar el siglo, que para Rusia fue sangriento y violento, con arrepentimiento y paz, independientemente de las opiniones políticas, la pertenencia étnica o religiosa.

Esta es nuestra oportunidad histórica. En la víspera del tercer milenio, debemos hacerlo por el bien de nuestra generación y de los que vendrán. Recordemos a estas víctimas inocentes que han caído por el odio y la violencia. Que descansen en paz.

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